Celebrar la vida de los cubanos caídos |
Las
costumbres cambian con el tiempo y las influencias culturales se mezclan.
Ninguna cultura está exenta de esto. Antes, al morir una persona, lo normal era
el luto riguroso. Se lloraba al desaparecido, se vestía de negro y era
imperativo llorar la pérdida.
Hoy
día, la costumbre ha ido cambiando, y en vez de llorar la muerte, se celebra la
vida y se recuerda el impacto que la persona muerta tuvo en la vida de otras
personas. En el funeral, amigos y familiares hablan de lo bueno que dio la
persona en su vida, aunque en el fondo subsista la tristeza.
En
Cuba, siguiendo la costumbre tradicional, teníamos el 7 de diciembre,
aniversario de la muerte de Antonio Maceo, como día de “Luto Nacional”, no solo
por Maceo sino por todos los caídos en nuestra lucha de independencia de la
España colonial.
Pero
cuba no es libre, y después de que obtuvimos nuestra independencia condicionada
el 20 de mayo de 1902, nos ha costado trabajo ser libres. Perdimos nuestra
libertad ante el comunismo y muchos cubanos han caído en luchas fratricidas o
ejecutados por la tiranía represiva. A ellos también tenemos que recordarlos y
celebrar su vida.
Un
país es verdaderamente independiente cuando a sus ciudadanos se les respetan
sus derechos básicos, incluyendo por supuesto los derechos humanos, pueden expresarse
libremente sin temor a sufrir persecución o represalias, tienen acceso a toda
la información existente de manera libre y sin filtros ni censuras, pueden
tomar sus decisiones sin exponerse a tener problemas y pueden dedicarse a
cualquier actividad remunerativa lícita sin prohibiciones absurdas por parte
del gobierno.
También
se requiere que puedan organizarse pacíficamente, tanto social como políticamente,
y hacerlo de manera plural sin que el gobierno limite las opciones. Deben vivir
bajo un sistema legal donde exista una verdadera división de poderes, y tienen
el derecho de retar pacíficamente al gobierno de cualquier manera, incluyendo ser
electos por el pueblo en elecciones libres y secretas y así, aspirar a ganar el
poder.
Si
no se dan esas condiciones, un pueblo no es libre e independiente.
Los cubanos
no lo fuimos en la época colonial y tuvimos que enfrentarnos de muchas formas
al imperio español. Tampoco lo hemos sido bajo la tiranía castrista contra la
cual hemos también tenido que enfrentarnos de muchas maneras según se haya podido.
Lo hemos hecho en protestas formales, por vía militar, mediante alzamientos y mediante
todo tipo de resistencia pacífica incluyendo el tratar de manifestarnos, de
divulgar públicamente los atropellos que se suceden a diario e incluso tratando
de utilizar algunos derechos que la propia constitución castrista permite.
Pero
la fuerza represiva, la intolerancia del castrismo y la ausencia de una ayuda
real y efectiva por parte de los países del llamado mundo libre ha hecho
fracasar todos nuestros intentos para volver a ser libres e independientes.
Durante
la lucha para lograr independizarnos del imperio español, al igual que en las
casi seis décadas de lucha para eliminar la opresión castrista y volver a ser
libres e independiente, muchos cubanos han caído y siguen cayendo. Han caído en
enfrentamientos formales, en luchas fratricidas, mediante juicios que no
respetan un debido proceso que han condenado a muerte a miles de cubanos y mediante
ejecuciones extrajudiciales realizadas por todas las áreas del gobierno
encargadas de controlar y reprimir a la sociedad.
En
casi todas las familias, alguien ha perdido un hijo o hija, un padre o una
madre, un tío o una tía, un primo o una prima, otros familiares cercanos y
desde luego a amigos, compañeros de trabajo y compañeros de lucha. Miles de
cubanos han muerto asesinados o ejecutados aparte de los muchos que han sufrido
y sufren penas de prisión, muchas veces en condiciones infrahumanas.
Hoy
que Estados Unidos celebra el “Día de la Recordación” o “Memorial Day”, aparte
de recordar a los norteamericanos caídos para lograr tener las libertades que
se gozan en ese país, yo los invito a recordar y celebrar la vida de los
cubanos caídos, tanto en las luchas norteamericanas, como tratando de lograr
para Cuba las libertades esenciales que todo cubano tiene derecho a gozar en su
país.
Imposible
mencionarlos a todos por su nombre, porque son muchos, demasiados. Se habla de
Maceo y de Martí, pero hay muchos, muchos más, demasiados hombres y mujeres
cuya vida fue un ejemplo de sacrificio, de lucha, de entrega y que son un modelo
de vida digna y ejemplar. Incluso si discrepamos ideológicamente de ellos,
tenemos que reconocer que dar su vida voluntaria o involuntariamente por su
país, los hace especiales.
No
puedo dejar de pensar en mis amigos venezolanos, que pasan por circunstancias
similares. Para ellos mi simpatía y mi empatía.
Cuando
hablo de cubanos ejemplares, sin duda mi amiga Rosa María Payá, estará pensando
en su padre Oswaldo Payá Sardiñas y no podrá evitar que una lágrima ruede por
su mejilla. A mí me sucedió lo mismo, pero celebro la vida de ese hombre que
fue ejemplo de lucha y constancia tratando de lograr su ideal de libertad e independencia
para su país. Payá fue un hombre admirable a quien reconozco y aplaudo, y que
nunca será olvidado.
Pero
en Cuba hay muchos como Payá que dieron su vida por la Cuba que todos queremos.
Sus familias les recordarán y en la mayoría de los casos también habrá lágrimas.
Comparto su pérdida, pero celebro y aplaudo la vida de esos hombres y mujeres
que cayeron o fueron ejecutados luchando por un ideal de libertad. Nunca serán
olvidados.
Y
mi columna no estaría completa sin mirar a mi propia familia, para recordar y
celebrar la vida de un tío segundo a quien quise mucho. Hablo de mi tío “Bebo”,
Juan Carlos Álvarez Aballí, esposo de mi tía Anita Maristany y padre de mis
primos Juan Carlos, Gloria, Magdalena y Ana María con quienes compartí tantos
domingos. Bebo fue para mí un hombre extraordinario, sonriente, jovial,
trabajador, buen padre y que, en enero de 1961, después de un juicio exprés,
fue fusilado en la Cabaña. Recuerdo a Bebo, a mi tía Anita y a mis primas, y
celebro su vida. Después de su desaparición, la familia nunca volvió a ser
igual.
Todos
tenemos a alguien a quien recordar y celebrar porque a pesar de lo difícil de
llevar una contabilidad precisa, se calculan entre 5,000 y 8,000 fusilados,
casi 2,000 ejecutados extrajudicialmente, 30,000 o 40,000 desaparecidos
tratando de escapar de Cuba para buscar una vida mejor y entre 20,000 y 30,000
presos políticos, o sea, personas que no cometieron delito, pero pasaron de
unos días a muchos años en las prisiones castristas.
Muchos siguen siendo
detenidos hoy.
Honor
a los cubanos caídos. Hoy que Estados Unidos celebra su festividad de “Memorial
Day”, celebremos la vida y también recordemos con honor a los cubanos caídos.
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