sábado, 26 de agosto de 2017

CARTA ABIERTA A MIGUEL DÍAZ CANEL, SUPUESTAMENTE PRÓXIMO PRESIDENTE DE CUBA.

Miguel Díaz-Canel, primer vicepresidente de Cuba
Sr. Miguel Díaz-Canel
Primer Vicepresidente de la República de Cuba
Futuro presidente de Cuba, designado por Raúl Castro
Presente
Sr. Díaz-Canel:
Me dirijo a usted a raíz de sus recientes declaraciones, las cuales deseo comentar. Considero que al haber sido designado por Raúl Castro para ser el primer presidente cubano en casi seis décadas que no lleve el apellido Castro, se tomaron en cuenta algunas consideraciones.
Asumo que usted es inteligente y ha sabido mantener un perfil bajo para no afectar su designación. También asumo que usted no desconoce los innumerables problemas sociales y económicos que afectan a Cuba y sabe que no son producto del famoso embargo, al que usted llama bloqueo, sino producto de la ineficiencia crónica que vive el país.
Es probable que sus declaraciones puedan ser el equivalente de lo que en Democracia constituye una campaña política, en la que un candidato habla de muchas cosas y hace muchas declaraciones y promesas, la mayoría de las cuales son imprácticas y después son ajustadas a la realidad cuando el candidato es electo, o como sería en su caso, designado.
Pero sin perder mucho tiempo en ello, comentaré que en 1958, Cuba era un país en camino del desarrollo. Cuba fue el primer país Latinoamericano donde hubo tranvías, a donde llegó el primer automóvil, que tuvo el primer departamento de Rayos X. Fue el primer país en el mundo en tener telefonía con discado directo, el segundo en tener televisión a colores, y muchas cosas más.
Aunque en Cuba había muchas empresas extranjeras, también había muchísimas empresas cubanas. Un ejemplo es la Bacardí, que es hoy la corporación más importante en el mundo en su ramo. Es una empresa multinacional de origen cubano, con fábricas y oficinas en casi todo el mundo menos en Cuba, donde nació.
Una de las primeras acciones de la revolución fue nacionalizar las empresas. No creo que cambiar al propietario de una empresa por el estado la haga mejor, sino todo lo contrario. Los derechos de los trabajadores se protegen con una legislación laboral adecuada y la Constitución de 1940, una de las más avanzadas del mundo en su momento, establecía el marco adecuado para ello. La revolución se hizo para restablecerla.
Pero no solo se nacionalizó a las empresas extranjeras, sino también a las empresas cubanas lo que es una aberración. ¿Cómo se puede nacionalizar algo que ya es nacional? Y casi todas las empresas cubanas se habían desarrollado a través de emprendedores que habían arriesgado su dinero o capital, que habían dedicado muchas horas a trabajar, y las habían hecho crecer y en ese proceso habían creado muchos trabajos.
Los corruptos que habían robado, no tenían su dinero en Cuba, sino que lo guardaban en el extranjero.  
El ingreso per cápita en Cuba en 1958, era alrededor de $1,200 dólares norteamericanos. Superior al de España e Italia y el peso cubano se cotizaba a la par con el dólar. Hoy, con pocas estadísticas oficiales, el salario promedio del cubano era de $28 dólares en 2015. En vez de mejorar el nivel de vida, la revolución lo desplomó.
Los empleos, no los crea el estado. No es su función. Los crean las empresas privadas y lo que es función del estado es crear las condiciones favorables para ello dentro de un marco legal adecuado. Para crear empresas, se necesita dinero para invertir, o sea capital. No importa quién lo aporte. Lo ideal es que lo haga el sector privado, porque el estado no tiene dinero propio.
El dinero que tiene el estado es dinero que el pueblo aporta a través del pago de impuestos, derechos y tarifas y que el gobierno debe utilizar en obras de infraestructura nacional, infraestructura social y servicios comunes como policía, bomberos, semáforos, y todo aquello que sea necesario para tener para que las personas vivan bien y para que los empresarios encuentren atractivo invertir para establecer empresas que creen empleos y proporcionen recursos al estado por la vía fiscal.
Y si hablamos de beneficios sociales, o sea, el salario mínimo, el derecho a la educación, un sistema de seguridad social que garantice servicios de salud a toda la población, un retiro para la vejez, condiciones laborales justas (jornada de 8 horas, vacaciones pagadas, días por enfermedad, etc.) y cualquier otra prestación social lógica, lo que se necesita es una legislación laboral y social adecuada. La mayoría de los países libres tienen ese tipo de legislación.
Cabe señalar que no se debe pensar en conceptos obsoletos como la lucha de clases. No se trata de ver si gana el capital o el trabajador. El que invierte lo hace motivado para obtener una ganancia y sabe que necesita trabajadores capacitados para que su negocio prospere y el trabajador sabe que necesita de empresas que inviertan para que creen los trabajos que ellos necesitan. O sea, capitalistas y trabajadores se necesitan mutuamente y el gobierno debe favorecer las condiciones necesarias para dar seguridad a ambos.
La revolución ha insistido en mantener un sistema que no ha funcionado, y no permite que nadie opine de manera diferente. Usted dice que todo el que no esté con la revolución es su enemigo, y se equipara la revolución a la nación, y el que no opina como la revolución es un traidor a la patria. Eso es un error garrafal.
También usted mencionó el atacar a los opositores y disidentes que buscan apoyo en embajadas extranjeras para sus proyectos subversivos. Pero sus proyectos no son subversivos, sino que plantean alternativas y cambios que merecen ser escuchados. ¿Porqué aferrarse tercamente a un sistema que ha demostrado que no funciona?
En vez de ver a esos disidentes como enemigos del país, el gobierno debe respetarlos y apoyarlos, y escuchar sus ideas para mejorar. Si reciben apoyo de su gobierno, no tienen que buscarlo en ninguna otra parte.
Usted insiste en culpar al embargo (que llama bloqueo) por todos los males de Cuba. No se da cuenta de que el mal está en un sistema equivocado que no incentiva la inversión y la creatividad. Si el sistema se cambia, el embargo, cuya afectación es relativamente poca, desaparecería automáticamente.
Usted dice que Cuba no tiene que dar nada a cambio, pero se equivoca. El gobierno cubano tiene que levantar el embargo que ha impuesto contra su población. Respetar sus derechos humanos, permitir la libertad de asociación y de expresión, permitirle crear y aceptar que exista discrepancia porque la discrepancia es el motor de la fuerza creativa. No tenga miedo de hacerlo, porque ganaría el apoyo y el aplauso de un pueblo, hoy oprimido.
¿Duda? Lo invito a debatir libremente y respetuosamente. Discutamos todo esto públicamente, usted con sus asesores y nosotros por otra parte. Sin preconcepciones, sin intimidaciones, sin ninguna otra condición que buscar lo mejor para Cuba y su pueblo.
Ojalá lea esto y lo acepte. Y como algún día dijo la periodista y presentadora de noticias colombiana María Lucía Fernández Johnson (Malú):

“No creo en la censura, creo en la discusión y el debate. Sin controversia no hay evolución, pero se trata de tener argumentos y no sólo señalar”
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jueves, 24 de agosto de 2017

EL SÍNDROME DE CRONOS ATEMORIZA AL GOBIERNO Y ESTANCA LOS CAMBIOS EN CUBA por Jorge Ros.

Primero: Mantener el poder, Segundo: Mantener el poder y luego: Mantener el poder
Cuba es un estado fallido. La revolución cubana es un cúmulo de promesas incumplidas e incumplibles. Los dirigentes cubanos saben perfectamente que el castrismo fracasó y que el país no es autosustentable. También saben que es imperativo hacer cambios sociales, políticos y económicos para restablecer la viabilidad del país.

Saben que el pueblo no está contento con la situación y saben que la creciente oposición se nutre de las incontables fallas de la revolución, pero no están listos para hacer los cambios necesarios porque la prioridad de la cúpula gobernante no es ni nunca ha sido el resolver los problemas del país, sino conservar el poder a toda costa.

Los sociólogos definen al poder como el control, dominio y jurisdicción que un hombre dispone para imponer su voluntad. Llevado al campo político, el poder absoluto se convierte en hegemónico y autoritario. Max Weber señalaba que “el origen de todo poder es la violencia”. Por eso, cuando un gobernante siente amenazado su poder, recurre a la violencia y a la represión para mantenerlo.

El que tiene el poder, no desea compartirlo ni perderlo y por eso usa todo su poder para evitar que surjan personas que puedan subir y retar su poder. Esto lo explica el llamado “Síndrome de Cronos” que expresa que el que ostenta el poder impide a toda costa que otros obtengan poder. Estanca a los demás por temor a ser desplazado o sustituido. Los estanca por las buenas o por las malas. En Cuba el estancamiento se ha producido mediante la represión y el totalitarismo, o sea, a las malas.

Pero porqué los cambios en Cuba para hacerla viable, para mejorarla y para crear oportunidades ponen en riesgo el poder de la cúpula castrista. Veamos porqué.

Supongamos que el gobierno cubano se decide a realizar los indispensables cambios económicos. Entonces crea condiciones de libertad económica en la que las personas puedan emprender libremente en cualquier campo. En poco tiempo se crearían cientos de pequeñas empresas. Las fuerzas del mercado harían que muchas desaparecieran, pero muchas otras crecerían y sus propietarios o accionistas ganarían dinero y se enriquecerían.

Enriquecerse producto de una actividad empresarial honesta no es malo, pero enriquecerse da poder. Nadie dudará que las personas con mucho dinero tienen poder y romperían el monopolio de poder que tiene el estado, por eso se ha limitado el desarrollo de los cuentapropistas y por eso se busca la forma de impedir que se enriquezcan, olvidando que el lucro es el motor del emprendimiento.

Por eso los limitan, los obstaculizan, los multan y ultimadamente los clausuran, porque no desean que se enriquezcan y ganen poder. Están actuando según indica el Síndrome de Cronos, para evitar a toda costa que, mediante el poder económico, se pueda llegar a influir, retar o limitar el poder político absoluto de que gozan ahora. O sea, tienen miedo.

La libertad económica lleva implícita varias cosas. Toda empresa moderna necesita usar la Internet para comunicarse con sus proveedores, para manejar transacciones bancarias y tarjetas de crédito, para investigar alternativas de productividad para su negocio. En pocas palabras, libertad de comunicación a nivel nacional e internacional.

Todos sabemos las condiciones del servicio de Internet en Cuba. Muy pocos puntos de acceso públicos y muchos menos en domicilios y negocios. Cuando en casi todo el mundo todos tenemos una conectividad 4G LTE que nos permite estar conectados en cualquier parte, aparte de tener Internet y Wifi inalámbrico a domicilio (Y ya las empresas están empezando a concretar el 5G), en Cuba tienen apenas un 2G y están comenzando a implementar el 3G. Es decir, la Internet en Cuba está dos generaciones tecnológicas atrasada. Pero al gobierno no le interesa acelerar su desarrollo, porque arriesga su poder. Otra manifestación del Síndrome de Cronos.

Si Cuba lograra implementar 4G para que hubiera conectividad en cualquier parte y se pudiera acceder a la internet en casas y negocios a precios razonables, el gobierno perdería el control de la información y controlar la información da poder. Y cuando las personas ganan poder, lo hacen a costa del poder del gobierno que se debilita.

También la libertad económica y la libertad de comunicación llevan implícita la libertad de expresión, algo que el gobierno cubano no ha estado ni remotamente dispuesto a permitir. El gobierno no permite ideas diferentes, el gobierno no permite que las personas que piensan diferente se expresen libremente y reten su poder. Por eso actúan conforme al Síndrome de Cronos y no permiten que se desarrollen las libertades humanas básicas y recurren a la represión.

El gobierno cubano tiene miedo a perder el poder y por eso no quiere hacer los cambios necesarios. Reprime y grita que la oposición quiere destruir los inexistentes logros de la revolución.

Pero como bien dijo el poeta y pensador Bengalí Rabindranath Tagore quien fue el primer escritor no europeo en ganar el premio Nobel de literatura en 1913:


“La verdad no está de parte de quien grite más”


sábado, 19 de agosto de 2017

¡NO IMPORTA EL NOMBRE! ¡LO QUE IMPORTA ES QUE FUNCIONE! por Pedro Acosta (NIKKA)

Que carambas importa como se llame... Lo importante es que funcione ¿No?
El dilema de los cubanos no está entre seguir apostando por el fracasado “socialismo castrista” o derivar hacia un capitalismo moderno. Los términos pueden confundir al pueblo, las palabras a veces traicionan y su mal uso engaña.

El "socialismo marxista", esa “imprescindible” etapa que Lenin describió como un paso hacia el comunismo, tiene muy poco que ver con todas las cosas que han sucedido en Cuba por no decir nada. Los teóricos socialistas aceptaron incondicionalmente la llamada “dictadura del proletariado” emanada de la lucha de clases que en realidad es la dictadura de una "nueva clase" sobre el pueblo.

Siempre los criterios, conceptos y dictámenes de los llamados líderes del “socialismo marxista” devienen en dogmas absolutos, unas “verdades por decreto”. En eso, los cubanos tenemos muchísima experiencia y vemos que los resultados han sido más que nefastos.

Marx fundamentó el comunismo hace cien años antes, en condiciones históricas, políticas, sociales y económicas muy diferentes a las que existían a mediados del siglo veinte cuando se produce la revolución cubana. Lenin teorizó a principios del siglo pasado, y también en condiciones muy diferentes, y bajo el prisma de su percepción del entorno, que era muy diferente a la realidad de dicho entorno.

No hay que divagar en teorías. Los resultados del “socialismo castrista” en Cuba, al igual que los resultados en todos los países que implementaron el “socialismo marxista” son más que evidentes. Ya no existe ningún país comunista. Todos murieron cuando murió la Unión Soviética sin haber logrado resolver satisfactoriamente nada.

No se puede presentar a China y a Vietnam como países comunistas porque no lo son. La realidad es que son países capitalistas que presentan, por la razón que da la fuerza del poder, un partido único al que llaman partido comunista, dirigiendo el país. Y Corea del Norte es simplemente un país feudal. Imagínense, la existencia de un feudalismo en pleno siglo XXI.

Hugo Chávez se apartó del “socialismo castrista” diciendo que el suyo era un “socialismo bonito” y lo bautizó como el “socialismo del siglo XXI”. Rafael Correa en Ecuador, planteó su “Revolución Ciudadana” y abrazó el “socialismo del siglo XXI” y los dólares que le llegaban de Venezuela.

El régimen castrista implantado en Cuba solo sirve para demostrar lo ineficiente y disfuncional que es el “castrismo”. Incluso en su momento, Fidel Castro llegó a decir que el "socialismo cubano" no funcionaba ni en Cuba.

Raúl Castro se apresuró a señalar que perdonaba los errores cometidos por su hermano, el "comandante".  Y me pregunto: ¿Dónde estaban el Buró Político y el Consejo de Ministros? ¿quiénes eran?, ¿qué hacían?  

Muy fácil. Legalizaban y alababan todo lo que él comandante decía y hacía. Por eso todos ellos son responsables de la debacle política, social y económica del país. No busquen culpables. Ustedes mismos son los culpables.

Si en estos momentos al pueblo cubano se la diera la posibilidad de elegir libremente entre el castrismo o el capitalismo, no les quepa la menor duda, que escogerían el capitalismo porque muy pocos creen que el “castrismo Raulista” pueda a revertir la situación heredada.

Adaptando ese dicho popular que los cubanos expresan: No importa el nombre. Lo que importa es que funcione: El capitalismo funciona porque brinda una esperanza, ofrece oportunidades y permite crecer personalmente. Como resultado brinda dos alternativas: La primera es que nos vaya muy bien y la segunda que no nos vaya tan bien, o sea, que nos vaya mal. Hay dos posibilidades y nuestro trabajo, talento y esfuerzo influyen en el resultado.

Pero con el totalitarismo castrista implantado en Cuba, independientemente de nuestro trabajo, talento o esfuerzo, solo existe una posibilidad: Nos irá mal. Ese será el único resultado. Las ilusiones y las esperanzas de cualquier otra alternativa sucumbieron hace años. 


En Cuba el castrismo, con la excepción de la cúpula del poder que conforman ese grupo que integra la nueva clase, solo le dio una posibilidad al pueblo y es vivir mal, muy mal.

jueves, 17 de agosto de 2017

¿POR QUÉ NO INCLUIR EL POSIBLE USO DE LA FUERZA MILITAR COMO UNA OPCIÓN PARA VENEZUELA?

El régimen chavista lleva meses usando fuerza militar contra el pueblo.
El pasado viernes 11, después de una reunión que sostuvo con el secretario de estado Rex Tillerson, el presidente norteamericano Donald Trump, en una reunión con reporteros mencionó que él podría usar el poder militar de Estados Unidos para intervenir en Venezuela. Trump dijo “Estamos en todo el mundo y tenemos tropas por todo el mundo, en lugares que están muy lejanos y Venezuela no está lejos y su pueblo está sufriendo, y están muriendo. Tenemos diversas opciones para Venezuela, incluyendo una posible opción militar si fuera necesaria”.

No había terminado Trump de decir lo anterior, cuando varios presidentes latinoamericanos respondieron que no aprobaban el uso de la fuerza militar en Venezuela. El primero fue el presidente de Colombia Juan Manuel Santos, pero otros gobiernos latinoamericanos se pronunciaron en el mismo sentido. 

El presidente Mauricio Macri de Argentina también rechazó un posible uso de la fuerza militar como opción para resolver la crisis venezolana. La cancillería mexicana rechazó también el uso de la fuerza militar y expresó que, en la Declaración de Lima, 12 países, entre ellos México, rechazaron enérgicamente la violencia y el uso de la fuerza. 

La presidente de Chile Michelle Bachelet fue aún más lejos, al declarar que Chile apoyaba un camino pacífico para restaurar la democracia en Venezuela y que no apoyaría ni golpes de estado ni intervenciones militares.

La propia MUD rechazó lo que llamó la “amenaza militar” del presidente Trump, y refiriéndose a la crisis que está viviendo Venezuela, ahora se suma la amenaza del uso de la fuerza por una potencia extranjera y manifestó su repudio al uso de la fuerza y a la amenaza de aplicar la misma por parte de cualquier país.

Todas estas declaraciones llaman la atención porque en ningún momento el presidente Trump dijo que iba a invadir Venezuela, solamente expresó que el uso de la fuerza militar era una de las opciones que estaban sobre la mesa. Y créanme, no incluir el uso de la fuerza militar como opción sería un terrible acto de miopía política.

Casi toda Latinoamérica, casi todos los países del mundo libre, y un 80% de la población venezolana, desean que termine la odisea que Venezuela está sufriendo bajo el chavismo, que se ha convertido en una dictadura totalitaria que amenaza con destruir lo que queda de ese país.

Yo, como muchos de mis lectores, deseamos que funcionara una solución pacífica para el retorno de la democracia, pero el gobierno de Maduro ha hecho todo lo posible para impedirla. Cuando la oposición triunfó en las elecciones parlamentarias del 2015, cambió a los integrantes del Tribunal Superior de Justicia y a través de él, controlar a la nueva asamblea e impedirle actuar, lo que ha logrado totalmente.

Nicolás Maduro y el chavismo son los que no quieren una solución pacífica. 

No permitieron la Ley de Amnistía, ni el referendo revocatorio. No reconocieron el resultado de la consulta popular donde los venezolanos se manifestaron en contra de la Asamblea Constituyente. El pueblo venezolano lleva meses en las calles protestando por la falta de libertad, las carencias y la represión, y esa misma represión ya ha causado al menos 120 muertos, cientos de heridos, y miles de detenidos.

Mientras el gobierno utiliza modernos equipos anti motines, el pueblo se defiende con piedras y palos y uno que otro coctel molotov. El resumen es que son piedras contra balas y tanquetas. No hay que ser un genio para adivinar quien va a ganar.

Todos los mediadores internacionales que han ido a Venezuela para lograr una solución pacífica han fracasado, porque al chavismo no le interesa una solución pacífica. Sabe que, si se realizan elecciones libres, el chavismo será derrotado y perderá el poder y para ellos, lo más importante es conservar el poder y están aferrados a ello. Por eso no quieren una solución pacífica.

Están deteniendo alcaldes opositores, allanaron la casa de la fiscal general, y quieren encausar a su esposo que era diputado chavista. Han detenido a varias de las personas que fueron infructuosamente designadas por la Asamblea Nacional para ocupar puestos en el Tribunal Superior de Justicia y en el CNE, y los que no han sido detenidos, están escondidos o han buscado asilo político en países vecinos.

Viendo todo esto, ¿todavía piensan que pueden lograr una solución pacífica y democrática? ¿Todavía piensan que tienen algún poder real? ¿Acaso creen que las sanciones económicas pueden hacer cambiar al chavismo? ¿No estarán cayendo en un idealismo estéril y viviendo de una ilusión?

Yo no desearía una intervención militar en Venezuela, ni Maduro la desea tampoco. Él y sus militares saben que no tienen el poder para enfrentarse a una coalición liderada por Estados Unidos y que serían diezmados y capturados. Pero mientras piensen que no corren ningún riesgo, continuarán con sus planes.

Seamos claros, lo único que puede forzar a Nicolás Maduro y a los chavistas a entregar el poder, que solo mantienen en base a la fuerza, es una fuerza mayor y por eso es importante tener la opción militar sobre la mesa y que sepan que si es necesario se usará. Entonces quizás cedan y se pueda establecer un gobierno de transición que convoque a elecciones libres supervisadas internacionalmente.

Y si la amenaza de una intervención militar liderada por Estados Unidos no logra convencerlos de que tienen que ceder, y aumentan la represión o surge la guerra civil que tantos hemos visualizado, entonces llegó el momento de utilizar la última opción, que es la opción militar, porque no se puede permitir que la fuerza prevalezca sobre la democracia.
Ya se permitió en Cuba y miren lo que pasó. ¿Queremos tropezar de nuevo con la misma piedra en Venezuela?

Por eso, insisto, no poner sobre la mesa el uso de la fuerza militar como una opción en la solución del problema venezolano es un terrible acto de miopía política por parte de esos países que se oponen. Hay que entender que es una opción, aunque sea la última opción y hacer que Maduro y los chavistas lo entiendan bien, dejen de gobernar usando la fuerza y accedan a una transición supervisada internacionalmente.

Y si no lo entienden, o no quieren entenderlo, habrá que usar la fuerza y estoy seguro que entonces si lo entenderán, pero la vuelta de Venezuela a la vía democrática es más importante que cualquier otra consideración filosófica. Aquí no se vale poner la otra mejilla, sino extirpar de raíz el cáncer del chavismo castrista.


No se puede permitir que se pierda Venezuela como hace años se perdió Cuba.


domingo, 13 de agosto de 2017

¿QUIÉN EN CUBA PUEDE SER CONSIDERADO “REVOLUCIONARIO" O "DIRIGENTE REVOLUCIONARIO"? por Pedro Acosta (NIKKA)

¿Ante el fracaso, redefinir el concepto de Revolución?
Esta columna se la dedico a todos aquellos que se proclaman a sí mismos “Revolucionarios”.

Hace 17 años y debido a su fracaso, Fidel Castro se vio obligado a redefinir el concepto de Revolución, y esto es algo que según los criterios filosóficos leninistas se llama “Revisionismo”. Pero como Fidel era omnipotente, podía hacerlo todo, y por supuesto, así lo hizo.

Entonces movió a su gente quienes de forma manipuladora como siempre lo han hecho todo, “forzaron que todos firmaran los tan controvertidos conceptos que él hizo de “Revolución”, violando por demás con ello, todos los criterios vertidos sobre el significado filosófico de esta palabra. Pero esta redefinición adquiere más valor cada día que pasa.

En aquel entonces y como siempre lo hacen, realizaron el plebiscito a la manera “revolucionaria”. Públicamente, y no mediante un voto secreto porque conocen bien el pánico a señalarse que siente todo el pueblo. Con el resultado de las firmas - dato que nunca ha sido divulgado y que por demás es imposible de verificar -  pretenden avalar el supuesto “apoyo incondicional” del pueblo al desgobierno que domina la isla por más de cincuenta años.

Pero…antes de seguir adelante quiero hacer una reflexión sobre ese “concepto que plantea en una de sus partes: “Revolución es cambiar todo aquello que deba ser cambiado”. Y yo me pregunto:

¿Quién determina todo lo que debe ser cambiado y por qué otra cosa deberá cambiarse? ¿Será el pueblo soberano quien lo decida? o es un derecho que se otorga el Buró Político y da a los que se dicen “revolucionarios”.

A Fidel Castro se le olvidó explicar en su redefinición, qué cosa era lo que había que cambiar, porque millones podrían interpretar - y no está mal suponerlo - que al decir “cambiarlo todo”, se refería a que había que cambiar a todos los dirigentes del país y al Partido Comunista de Cuba.

Realizando un “revolucionario” esfuerzo traté de plasmar mi criterio, sobre la “Involución”, pues es esto lo que ha pasado en Cuba. Mi análisis está basado en su clara proposición. En primer lugar, lo aplico a los más altos dirigentes del país. Deben cambiar para ser como nos hicieron creer ellos eran (o debían ser).

¿Y cómo serían? Serían dirigentes que no viven por encima del nivel de vida promedio de su pueblo, y mucho menos a expensas de este, comparten sus sacrificios y privaciones, y exigen que su familia también lo haga. Y bajo ninguna circunstancia hace uso particular de los recursos del Estado e igualmente impide que los suyos lo hagan.  Es modelo y ejemplo, e inculca a su familia los valores de la modestia, la sencillez y la austeridad.

Es capaz de escuchar a su pueblo y actuar en consecuencia. Calla y atiende, no es prepotente, autosuficiente ni soberbio.  No manipula, mucho menos miente. No impone sus criterios e ideas, ni aprovecha su poder e influencia sobre los demás para proclamar su “verdad” y lograr sus fines.  Perdona y no permite la venganza, ni el ajuste de cuentas.

No consiente y lucha por impedir que sus compatriotas se enfrenten entre sí, no alienta la colisión, ni permite que se humille a quien no piensa igual.

Dirige con inteligencia y honestidad, para resolver los problemas y no hace malabares con los recursos y la economía del país y nunca experimenta ni juega con las vidas de sus compatriotas.

Dirigente revolucionario es el que no acepta un cargo por cumplir con un supuesto y falso sentido del deber, y lo ocupa solamente si se siente preparado para ello. Es consecuente con lo que predica, y se comporta a la altura de la situación.

Dirigente revolucionario es aquel que ante los múltiples y reiterados errores cometidos y el fracaso, pide disculpas al pueblo reconociendo su incompetencia e incapacidad. Que no se aferra al poder y comprende cuando ha llegado el momento de entregar el poder a gente nueva, más capacitada, y que tengan una real y consecuente visión del momento histórico en que se encuentra la humanidad.

Entonces se podría pedir al pueblo que lo firmara, y estoy seguro que millones de compatriotas seguramente iban a firmar sin miedo la nueva definición del “dirigente revolucionario”.

Para terminar mi reflexión diría: Revolucionario es quien no roba, ni recepta. No practica la doble moral y en todo momento expresa lo que siente, defiende sus criterios y actúa en consecuencia.

Entonces, también es valedero preguntarnos: ¿Quién en Cuba puede ser considerado un verdadero revolucionario o un verdadero dirigente revolucionario?


Yo no conozco ninguno.


viernes, 11 de agosto de 2017

LA SOLUCIÓN EN VENEZUELA: ¿POLÍTICA? ¿MILITAR? ¿INTERNACIONAL?

¿Cuál será la solución para el problema venezolano?
Durante meses, el pueblo venezolano ha estado en las calles. Marchas, bloqueo de calles y todo lo que se pueda. En ese mismo lapso, el gobierno venezolano ha estado reprimiendo las marchas y al mismo tiempo ha estado preparando un golpe de estado político. La Asamblea Constituyente está diseñada para acabar con todo vestigio de oposición que exista.

Analizando una solución política-electoral, hemos visto cómo los estrategas de Maduro, que seguramente son cubanos, modifican las leyes y cambian a las personas a conveniencia del ejecutivo, que es el único poder, pues en Venezuela ya no existe una división de poderes que es uno de los pilares de la democracia.

Recordemos como después de la derrota del chavismo en las elecciones parlamentarias de 2015, el gobierno aprovechó el lapso entre las elecciones y la toma de posesión para dejar prácticamente a la nueva Asamblea Nacional sin poder para actuar. Cambiaron a los miembros del Tribunal Superior de Justicia por incondicionales chavistas totalmente subordinados al ejecutivo.

Por ejemplo, recordemos las acusaciones contra los funcionarios que la Asamblea Nacional ha nombrado, que son perseguidos y algunos han sido detenidos. También la batida contra los alcaldes de la oposición, también perseguidos, y despojados de sus derechos políticos. Maduro no tardará en ampliar la persecución a los miembros de la Asamblea Nacional cuyos miembros también serán perseguidos y cuyos derechos políticos también serán suspendidos.

Desde su derrota en las elecciones parlamentarias de 2015, el chavismo no ha realizado elecciones para no arriesgarse a perderlas. Ahora que organizará las elecciones regionales en diciembre de este año, el chavismo se está asegurando de no perderlas.

Aparte de haber inhabilitado a un gran número de políticos opositores, hay que añadir las declaraciones de Diosdado Cabello quien estableció que los opositores que aspiren a ser candidatos en las elecciones de noviembre, requieren que la Asamblea Nacional Constituyente les otorgue un certificado de buena conducta. Obviamente, esto servirá para filtrar a los candidatos de la oposición.

Sin duda, estas no serán unas elecciones ni democráticas ni libres, y están diseñadas para impedir que los candidatos de la oposición ganen. Pero la oposición debe participar para demostrar que sigue abierta a una solución electoral pacífica, y documentar las violaciones que comete el chavismo para presentarlas ante todos los organismos internacionales que correspondan.

Aparte se sabe que el gobierno puede manipular los resultados electorales, como se vio en las recientes elecciones de candidatos a la llamada Asamblea Constituyente y que fue documentado por la empresa Smartmatic, que ha trabajado la gestión de todas las elecciones venezolanas desde 2004. Smartmatic es una empresa fundada en Palm Beach, Florida en el año 2000 y actualmente son los líderes en la industria de votación por medios electrónicos y su automatización. Seguramente Smartmatic no será contratada para manejar las elecciones de diciembre.

Pero sin duda, todo lo anterior me hace pesar que una solución política-electoral es muy difícil para Venezuela, salvo que haya una presión fuerte externa que obligue al gobierno a no interferir con las elecciones y su resultado y que las mismas sean supervisadas por observadores internacionales confiables.

La solución militar implica que los militares venezolanos intervengan a favor del pueblo. Hay que recordar que Chávez era militar y que los cubanos han entrenado y han adoctrinado a las fuerzas militares venezolanas como lo han hecho en otras áreas. En teoría los militares son chavistas, y Maduro se ha asegurado de tenerlos en control.

En Venezuela hay casi tres veces más generales que en todo Estados Unidos. Sin embargo, en el mismo chavismo hay descontento y hay muchos chavistas que están apoyando a la oposición, o sea, se han vuelto oposición. Sería lógico pensar que lo mismo sucede con los militares. Debe haber un porcentaje que está descontento y que se opone a Maduro. Este porcentaje es muy difícil de estimar.

Recientemente ha habido conatos de sublevaciones militares, pero han sido pequeñas y han sido controladas por el ejército. La pregunta es si podría llegar a haber un alzamiento militar coordinado y significativo, con la intención de dar un golpe de estado al gobierno de Maduro, o con la intención de apoyar a la oposición para crear una junta cívico-militar que instale un gobierno de transición que convoque de inmediato a unas elecciones generales democráticas.

Esta solución sería ideal, pero la parte del ejército que permanezca leal a Maduro, no se va a quedar con los brazos cruzados. Se enfrentaría a la facción disidente y esto dispararía de inmediato una guerra civil que sin duda sería muy sangrienta y cuyo resultado sería impredecible. Una guerra civil solo podría detenerse por la victoria total de una de las partes (chavismo u oposición), o mediante la acción de una fuerza de paz internacional.

En caso de la victoria de una de las partes, si el chavismo gana, es el fin absoluto de toda posibilidad de cambio. Si ganan los disidentes, Venezuela aseguraría una transición a la democracia. Pero si la guerra se extiende, sería necesaria la intervención de los cascos azules de la ONU y éste es de los casos en que la ONU normalmente aprueba una acción militar.

Hay temas preocupantes como la cercanía de Colombia, que tiene una vasta frontera con Venezuela, y que en una guerra civil recibiría un alud de refugiados venezolanos huyendo del conflicto. A esto se le añade la posibilidad de que la lucha venezolana se extienda más allá de sus fronteras y que el ejército venezolano se interne dentro de Colombia, lo que provocaría la necesidad de que Colombia defendiese su integridad territorial para lo que contaría sin duda con el apoyo de algunos países, entre los que debería estar Estados Unidos.

Un aspecto a tomar en cuenta, sería la reacción de las FARC. Aunque inmersas en el proceso de paz, las FARC siempre han sido incondicionales del chavismo y de Cuba y esto le añade una incógnita más a la ecuación. Por eso la solución militar es difícil.

Y la acción internacional no solo implicaría la posibilidad de usar los cascos azules para detener una posible guerra civil, sino que sería muy importante un aislamiento total económico del chavismo para forzar a Maduro a ceder, siempre proporcionándole una salida porque si se le encierra, su única opción será pelear como león enjaulado.

En otras columnas yo he bautizado esta solución como la opción “sudafricana” e implica estrangular al gobierno de Maduro de manera total, para forzarlo a aceptar una solución política-electoral, que incluiría ofrecerle asilo en algún país lejano. Las opciones actuales de congelar los bienes de las figuras chavistas no tienen la fuerza que muchos creen. La mayoría de los sancionados no tienen bienes a su nombre en Estados Unidos. Es la típica sanción inocua.

Las sanciones deberían ser fuertes y dirigidas al gobierno para hacerlo reventar y sin duda causarán una afectación al pueblo. Pero el pueblo está siendo afectado por el chavismo, y no es lo mismo verse afectado crónicamente por la dictadura, que verse afectado por una acción internacional que traiga la solución al problema.

Pero ante este entorno, es casi imposible predecir la posible solución al problema venezolano porque estamos ante un dilema. Y como la solución a un dilema implica escoger entre dos opciones que son opuestas y antagónicas, siempre se debe escoger aquella que represente un mal menor.

Y para Venezuela, la que representa un mal menor es la que lleve al fin del chavismo.


lunes, 7 de agosto de 2017

LA PRESIÓN ARTERIAL ALTA NO MATA, SINO EL GOBIERNO por Pedro Acosta (NIKKA)

No mata. La presión arterial alta no mata.
Dicen los galenos que, si es diagnosticada a tiempo, bien medicamentada y controlada adecuadamente y se cumplen las indicaciones de ellos, la presión no estará alta. La presión arterial no mata.

Y nada es más cierto. Lo que te sí te puede matar es la tensión (stress), los disgustos, la preocupación constante y por supuesto, la falta de medicamentos.

Te puede matar el comprobar diariamente la incapacidad crónica que padece el gobierno para llevar adelante al país. Y cuando en el colmo de la denigración, te dicen que solo ellos y su partido único pueden resolver los problemas que se han venido acumulando por décadas.

Y precisamente esa “doctrina” es la que ha distorsionado a todo el país.

Te mata aún más el que llegues a la farmacia de tu barrio y en menos de quince minutos compruebes que no tienen más de cincuenta medicamentos y que en su mayoría, son los que se entregan mediante el llamado tarjetón. O sea, los que necesitan aquellas personas que llevan un largo tratamiento que en muchas ocasiones es de por vida.

Hace dos meses fue necesario que me cambiaran el medicamento que tomo para regular mi alta presión arterial, la Hidroclorotiazida por otro medicamento, la Clortalidona, pues el primero estaba en escasez crónica, o sea, faltaba desde hacía mucho tiempo. Y ahora resulta que ya llevo quince días sin poder tomar ninguna medicación para la presión pues no están llegando fármacos para el control de la presión arterial.

Le pregunto a la Administradora de la farmacia y su salomónica respuesta fue:

- ¡Esto está muy malo ahora!

- ¡No señora esto está muy malo de siempre! – Le dice una mujer que estaba en la cola.

Y salta un anciano:

- Es una falta de respeto lo que sucede con los medicamentos. Ayer a mis nietos les recetaron siete medicamentos y solo pude encontrar tres. El resto no los había en ninguna de las siete farmacias que visité.

- Es una falta de respeto lo de los medicamentos – interviene otra mujer-, lo de la comida, lo de los salarios. ¡Es una falta de respeto todo lo que pasa en ese país!

Mientras las protestas siguen, converso con la administradora quien me dice que no perdiera el tiempo, porque eso no era un problema de las farmacias del Casino Deportivo sino que era un problema de todas las farmacias, era un problema del país. Que casi no se estaban produciendo medicamentos pues faltaban las materias primas.

Me alejo del pequeño “mitin de repudio” que se estaba realizando espontáneamente frente a la farmacia. Protesta que empezó por las medicinas y había derivado hacia otros serios problemas que aquejan al pueblo. Y me alejaba pensando que si alguno de los personajes de la Seguridad del Estado que me conoce porque me ha “atendido” pasaba por allí, lo más probable sería que me acusara a mí de organizar la protesta.

Por demás me iba “tranquilo”, pues estaba convencido que todos esos hombres que nos reprimen, aquellos que los mandan y los más altos dirigentes del país. Esos que proclaman no vivir por encima de su pueblo y no gozar de privilegios, no tendrían que pasar por semejante apuro, pues los medicamentos que ellos necesitan jamás faltarán.

¡Por suerte en Cuba no existen las diferencias de clase y existe igualdad de oportunidades!

¡Farsantes todos!


domingo, 6 de agosto de 2017

NICOLÁS I, ZAR DE LA REPÚBLICA CASTRISTA VENEZOLANA

Nicolás I, Zar de la República Castrista Venezolana
Venezuela era un país democrático y rico poblado por gente maravillosa, gente chévere. Muchas de esas personas son amigos y amigas míos. En Venezuela se vivía bien, aunque la riqueza no llegaba a todas las clases sociales y había corrupción. Pero ese problema no único de Venezuela. Toda nuestra América, y no excluyo a Cuba, ha sido gobernada por corruptos que una vez en el poder buscan enriquecerse.

No voy a enfocarme en las cosas, buenas o malas que puedan haber pasado en gobiernos anteriores, sino en lo que está pasando en este momento y en lo que podría llegar a pasar y que podría afectarnos a muchos, pero, sobre todo, a los propios venezolanos.

En 1999 llegó al poder en Venezuela, un militar golpista llamado Hugo Chávez Frías quien ganó las elecciones con una campaña populista y aprovechando el descontento de muchos pobres e indígenas que seguían siendo muy pobres a pesar de la gran riqueza petrolera venezolana.

Los pobres e indígenas votaron por Chávez quien ganó la presidencia y la mantuvo electoralmente hasta su prematura muerte por un agresivo cáncer que le fue diagnosticado en Cuba.

Chávez le cambió el nombre al país, que pasó a llamarse “República Bolivariana de Venezuela”, cambió la constitución y estableció un gobierno que llamó “Socialismo del Siglo XXI”. Logró mantener el apoyo de su base de pobres e indígenas a base de ayudas populistas y utilizando el dinero que obtenía por los altos precios que el petróleo había alcanzado, compró aliados y compró protección. Cuba necesitaba petróleo y dinero, y Chávez se lo dio y a cambio recibió ayuda en salud que se proporcionaba, tanto en Cuba como en Venezuela.

Para pagar la ayuda venezolana, Cuba mandó miles de médicos y junto a ellos miles de asesores militares y asesores y expertos en inteligencia y represión que habían recibido en Cuba un entrenamiento en la tecnología y los métodos de la STASI, el órgano de inteligencia de la República Democrática Alemana, que era reconocido como el servicio de inteligencia y represión más efectivo del mundo.

Así fueron se entrenado los servicios de inteligencia chavista asesorados por cubanos que en muchos casos tenían mando real sobre la seguridad, la policía y los militares venezolanos. A Chávez lo sucede su heredero designado, Nicolás Maduro, un chavista nada inteligente, de poco carisma y que por poco pierde las elecciones. Maduro se dio cuenta que no podía gobernar como Chávez.

Por eso fue moviendo su sistema de presidencia a dictadura, y cuando el oficialismo perdió las elecciones parlamentarias, Maduro le eliminó tácitamente todo su poder con medidas organizadas por sus asesores. Poco a poco fue incrementando la represión hasta que tras imponer una asamblea llamada “constituyente”, la convirtió en una Asamblea Nacional paralela y la ubicó en la sede de la misma.

Controlando todos los poderes, su dictadura se convirtió en una dictadura totalitaria. Su siguiente paso será terminar físicamente con la Asamblea Nacional y encarcelar a los dirigentes y miembros de la misma. En Venezuela ya no existe democracia, no existe división de poderes, ya no se han celebrado elecciones libres ni se celebrarán.

Nicolás Maduro se ha convertido en Nicolás I, Zar de la República Castrista de Venezuela. Un monarca absoluto que tiene que ser obedecido por todos, y el que se atreva a disentir irá a la cárcel o será asesinado. La represión contra el pueblo que lleva 4 meses protestando, se incrementará y habrá miles de encarcelados y muchos muertos lo que obligará al pueblo a cesar sus protestas por miedo. El éxodo de venezolanos se incrementará exponencialmente.

La oposición y el pueblo venezolano no poseen la fuerza para enfrentarse al chavismo, a la policía y a los paramilitares y el ejército parece apoyar las acciones de Maduro. No se ven posibilidades internas de presionar, forzar a cambiar o derrocar a la dictadura totalitaria de Maduro.

A mi juicio, solo quedan dos opciones que son la opción sudafricana y la opción panameña.

La opción sudafricana requeriría emplear métodos iguales o similares a los que el mundo utilizó para forzar al gobierno sudafricano a terminar con el Apartheid. Implicaría un aislamiento internacional total de Venezuela sin discriminar por sus consecuencias.

Las naciones integrantes de la OEA o del Mercosur, las de la Unión Europea y aliados como Australia, Corea y Japón tendrían que prohibir a sus compañías hacer negocios con Venezuela y sería conveniente involucrar a China y a Rusia. Se le prohibiría a todos los equipos deportivos venezolanos participar en todo evento internacional, incluyendo Juegos Olímpicos, torneos de Fútbol (incluyendo los organizados por la FIFA), torneos de béisbol, etc.

Tampoco se permitiría la participación de Venezuela en ningún evento de tipo cultural y sus fondos serían congelados. Se prohibiría a todas las líneas aéreas y marítimas viajar a ese país y sus gobernantes serían acusados ante el tribunal internacional de la Haya por cometer crímenes de lesa humanidad. 

Esto provocaría inevitablemente un colapso del gobierno de Maduro, y forzará a su sucesor a abrirse a la democracia, liberar los presos, hacer elecciones libres y entregar el poder a quien gane, que sin duda sería la oposición.

Estimo que actualmente ya existe una masa crítica de países en el mundo que permite tomar esas medidas. Pero hay que hacerlo rápido y coordinadamente.

La opción panameña se basaría en una intervención multinacional, liderada por Estados Unidos, para terminar con el gobierno venezolano que está ligado al narcotráfico. Esto involucra la mayoría de los dirigentes chavistas, incluyendo a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y muchos otros.

Aparentemente en este momento, el gobierno de Estados Unidos no está inclinado a involucrarse en una acción como esta, por lo que las probabilidades de una intervención militar son mucho menores que las de la otra opción.


Sea la opción que sea, el mundo debe apoyar a los patriotas venezolanos a recuperar su libertad y derrocar de una vez por todas al Zar Nicolás I y su “Socialismo del Siglo XXI”.

Viva Venezuela libre.


sábado, 5 de agosto de 2017

¡EL PROBLEMA DE CUBA ES NUESTRO! por Pedro Acosta (NIKKA)

Puede haber responsabilidad de muchos, pero el problema de Cuba es nuestro.
¿Cuándo todos los cubanos entenderemos que la solución al problema de de Cuba no pasa necesariamente por los Estados Unidos? ¿Cuándo entenderemos que primero tiene que solucionarse en nuestras mentes, en nuestro actuar, en nuestra actitud y sobre todo en la forma en que reaccionamos ante el castrismo?
Que se levante o que se mantenga el embargo (que en Cuba llaman bloqueo) no resolverá nada, pues el embargo no es el que ha creado el problema económico-financiero, político y social que existe en la isla. Tenemos que entender que el problema ha sido creado por el castrismo, y Raúl Castro lo sabe muy bien, y sabe que ni quitando ni poniendo embargos se soluciona el problema que la revolución castrista creó.
No busquemos aliados ni culpables. Como escribiera el fundador y director de la revista Bohemia, Miguel Ángel Quevedo en el "testamento político" que escribió antes de suicidarse en agosto de 1969: Culpables somos todos. Unos por acción y otros por omisión. Permitimos que el "comandante" se hiciera con el país y por demás que lo destruyera a su capricho y antojo.
Reconozcamos primero eso y luego actuemos en consecuencia para generar lo que deseamos para la Cuba del futuro. Pensemos qué herencia económica y moral le vamos a dejar a nuestros hijos y nietos y no sigamos siendo cómplices de lo que condenamos.
Analicemos cuánto nos afectó y nos afecta el permitir la centralización y concentración del poder. El dominio del "uno" y la exclusión de todo aquello que se supone o considera que no está a tono con la "idea única" y la "eterna verdad".
¿Qué resultados teóricos o prácticos ha traído el manoseado embargo? ¡Muestren uno! 
Resulta obvio que, tras más de cincuenta años en vigor, sólo ha demostrado ser el mejor y mayor cómplice con que ha contado el régimen cubano. Ha sido el infinito e inmenso manto bajo el que se han ocultado los diversos e incontable errores y abusos cometidos por el gobierno castrista, tales como:
·       La imposición de un partido único, y de un líder único dueño de la única verdad.
·       Los caprichos de la máxima dirección del país (escuelas al campo, construcción de refugio y túneles y la interminable e incosteable ayuda internacionalista) que han causado la destrucción del país.
·       La corrupción generalizada, el nepotismo y el despilfarro. Gastar lo que no se tiene y quebrar al país.
·       El velar primero por la lealtad antes que por la capacidad para asignar cualquier tipo de cargos y funciones.
·       La apropiación totalitarista por el castrismo, de toda la vida económica, política y social del país con una violación sistemática de los derechos humanos. 
Para validar aún más lo planteado, valga recordar una de las "históricas" frases de Fidel Castro con respecto al embargo cuando dijo que "no bastará que se levante el bloqueo y se nos permita comerciar con ellos, es imprescindible que nos den acceso a créditos financieros”
Qué ironía. Querer pedirle dinero al “enemigo capitalista” que para poder sacar adelante su mal llamado “socialismo”, tiene que financiarlo el “enemigo”. ¿Créditos financieros para qué? ¿Para despilfarrarlos y mal administrarlos como hicieron con la formidable ayuda que se recibió del “campo socialista”? Sólo de la República Rusa obtuvieron 65 mil millones de dólares de los que se han devuelto apenas unos quinientos.
¿Quieren una muestra más de lo que el castrismo considera que le afecta el embargo? Veamos estas palabras de Raúl Castro ante la Asamblea Nacional del Poder Popular en julio del 2011: “Nuestro peor enemigo no es el imperialismo ni mucho menos sus asalariados en suelo patrio, sino nos nuestros propios errores”. O sea, dijo claramente para el que lo quiera entender, que el problema de Cuba no era el embargo, sino la propia revolución.
El embargo debería levantarse para dejar al desnudo los verdaderos culpables de hundir al país en el pantano en que se encuentra. Ya no tendrían excusas. Ya no tendrían a quien echarle la culpa de la ineficiencia castrista.
No cuestionemos al presidente Obama por lo que hizo o al presidente Trump por lo que haga o no haga. Ninguno de ellos es presidente de Cuba y no son los llamados a “deshacer” este entuerto, aunque se agradece el apoyo y la solidaridad que tanto Estados Unidos como el resto del mundo libre puedan brindarnos. Pero el problema es nuestro.
En la citada Asamblea, Raúl Castro también dijo: “debemos limpiarnos la cabeza de las añejas tonterías de todo tipo que tan hábilmente nos impusieron. No olvidar que ya culminó la primera década del siglo XXI, y es hora de no callar y de no seguir permitiendo”.
Yo me pregunto: ¿Dónde estaba Raúl Castro en todos estos años? ¿En la luna o trasnochando? Son palabras hipócritas y evasivas que no he visto esgrimir a ningún “revolucionario” y que de seguro cualquier opositor acuñaría sin titubeos.
Es una frase que todos los cubanos deberíamos respaldar y no seguir callando. No permitirle al régimen su muy desacertado y represivo proceder. Actuemos en consecuencia. ¡La solución está en nosotros!

Debemos asumir dignamente y con la valentía necesaria esta obligación histórica, y aunque pueda haber responsabilidad de otros, el problema es nuestro.