lunes, 7 de agosto de 2017

LA PRESIÓN ARTERIAL ALTA NO MATA, SINO EL GOBIERNO por Pedro Acosta (NIKKA)

No mata. La presión arterial alta no mata.
Dicen los galenos que, si es diagnosticada a tiempo, bien medicamentada y controlada adecuadamente y se cumplen las indicaciones de ellos, la presión no estará alta. La presión arterial no mata.

Y nada es más cierto. Lo que te sí te puede matar es la tensión (stress), los disgustos, la preocupación constante y por supuesto, la falta de medicamentos.

Te puede matar el comprobar diariamente la incapacidad crónica que padece el gobierno para llevar adelante al país. Y cuando en el colmo de la denigración, te dicen que solo ellos y su partido único pueden resolver los problemas que se han venido acumulando por décadas.

Y precisamente esa “doctrina” es la que ha distorsionado a todo el país.

Te mata aún más el que llegues a la farmacia de tu barrio y en menos de quince minutos compruebes que no tienen más de cincuenta medicamentos y que en su mayoría, son los que se entregan mediante el llamado tarjetón. O sea, los que necesitan aquellas personas que llevan un largo tratamiento que en muchas ocasiones es de por vida.

Hace dos meses fue necesario que me cambiaran el medicamento que tomo para regular mi alta presión arterial, la Hidroclorotiazida por otro medicamento, la Clortalidona, pues el primero estaba en escasez crónica, o sea, faltaba desde hacía mucho tiempo. Y ahora resulta que ya llevo quince días sin poder tomar ninguna medicación para la presión pues no están llegando fármacos para el control de la presión arterial.

Le pregunto a la Administradora de la farmacia y su salomónica respuesta fue:

- ¡Esto está muy malo ahora!

- ¡No señora esto está muy malo de siempre! – Le dice una mujer que estaba en la cola.

Y salta un anciano:

- Es una falta de respeto lo que sucede con los medicamentos. Ayer a mis nietos les recetaron siete medicamentos y solo pude encontrar tres. El resto no los había en ninguna de las siete farmacias que visité.

- Es una falta de respeto lo de los medicamentos – interviene otra mujer-, lo de la comida, lo de los salarios. ¡Es una falta de respeto todo lo que pasa en ese país!

Mientras las protestas siguen, converso con la administradora quien me dice que no perdiera el tiempo, porque eso no era un problema de las farmacias del Casino Deportivo sino que era un problema de todas las farmacias, era un problema del país. Que casi no se estaban produciendo medicamentos pues faltaban las materias primas.

Me alejo del pequeño “mitin de repudio” que se estaba realizando espontáneamente frente a la farmacia. Protesta que empezó por las medicinas y había derivado hacia otros serios problemas que aquejan al pueblo. Y me alejaba pensando que si alguno de los personajes de la Seguridad del Estado que me conoce porque me ha “atendido” pasaba por allí, lo más probable sería que me acusara a mí de organizar la protesta.

Por demás me iba “tranquilo”, pues estaba convencido que todos esos hombres que nos reprimen, aquellos que los mandan y los más altos dirigentes del país. Esos que proclaman no vivir por encima de su pueblo y no gozar de privilegios, no tendrían que pasar por semejante apuro, pues los medicamentos que ellos necesitan jamás faltarán.

¡Por suerte en Cuba no existen las diferencias de clase y existe igualdad de oportunidades!

¡Farsantes todos!


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