El régimen chavista lleva meses usando fuerza militar contra el pueblo. |
El
pasado viernes 11, después de una reunión que sostuvo con el secretario de estado
Rex Tillerson, el presidente norteamericano Donald Trump, en una reunión con reporteros mencionó que él
podría usar el poder militar de Estados Unidos para intervenir en Venezuela.
Trump dijo “Estamos en todo el mundo y tenemos tropas por todo el mundo, en
lugares que están muy lejanos y Venezuela no está lejos y su pueblo está
sufriendo, y están muriendo. Tenemos diversas opciones para Venezuela,
incluyendo una posible opción militar si fuera necesaria”.
No
había terminado Trump de decir lo anterior, cuando varios presidentes
latinoamericanos respondieron que no aprobaban el uso de la fuerza militar en
Venezuela. El primero fue el presidente de Colombia Juan Manuel Santos, pero
otros gobiernos latinoamericanos se pronunciaron en el mismo sentido.
El
presidente Mauricio Macri de Argentina también rechazó un posible uso de la
fuerza militar como opción para resolver la crisis venezolana. La
cancillería mexicana rechazó también el uso de la fuerza militar y expresó que,
en la Declaración de Lima, 12 países, entre ellos México, rechazaron
enérgicamente la violencia y el uso de la fuerza.
La presidente de Chile
Michelle Bachelet fue aún más lejos, al declarar que Chile apoyaba un camino
pacífico para restaurar la democracia en Venezuela y que no apoyaría ni golpes
de estado ni intervenciones militares.
La
propia MUD rechazó lo que llamó la “amenaza militar” del presidente Trump, y
refiriéndose a la crisis que está viviendo Venezuela, ahora se suma la amenaza
del uso de la fuerza por una potencia extranjera y manifestó su repudio al uso
de la fuerza y a la amenaza de aplicar la misma por parte de cualquier país.
Todas
estas declaraciones llaman la atención porque en ningún momento el presidente
Trump dijo que iba a invadir Venezuela, solamente expresó que el uso de la
fuerza militar era una de las opciones que estaban sobre la mesa. Y créanme, no
incluir el uso de la fuerza militar como opción sería un terrible acto de
miopía política.
Casi
toda Latinoamérica, casi todos los países del mundo libre, y un 80% de la
población venezolana, desean que termine la odisea que Venezuela está sufriendo
bajo el chavismo, que se ha convertido en una dictadura totalitaria que amenaza
con destruir lo que queda de ese país.
Yo,
como muchos de mis lectores, deseamos que funcionara una solución pacífica para
el retorno de la democracia, pero el gobierno de Maduro ha hecho todo lo
posible para impedirla. Cuando la oposición triunfó en las elecciones parlamentarias
del 2015, cambió a los integrantes del Tribunal Superior de Justicia y a través
de él, controlar a la nueva asamblea e impedirle actuar, lo que ha logrado
totalmente.
Nicolás
Maduro y el chavismo son los que no quieren una solución pacífica.
No permitieron
la Ley de Amnistía, ni el referendo revocatorio. No reconocieron el resultado
de la consulta popular donde los venezolanos se manifestaron en contra de la
Asamblea Constituyente. El pueblo venezolano lleva meses en las calles
protestando por la falta de libertad, las carencias y la represión, y esa misma
represión ya ha causado al menos 120 muertos, cientos de heridos, y miles de
detenidos.
Mientras
el gobierno utiliza modernos equipos anti motines, el pueblo se defiende con
piedras y palos y uno que otro coctel molotov. El resumen es que son piedras
contra balas y tanquetas. No hay que ser un genio para adivinar quien va a
ganar.
Todos
los mediadores internacionales que han ido a Venezuela para lograr una solución
pacífica han fracasado, porque al chavismo no le interesa una solución
pacífica. Sabe que, si se realizan elecciones libres, el chavismo será
derrotado y perderá el poder y para ellos, lo más importante es conservar el
poder y están aferrados a ello. Por eso no quieren una solución pacífica.
Están
deteniendo alcaldes opositores, allanaron la casa de la fiscal general, y
quieren encausar a su esposo que era diputado chavista. Han detenido a varias
de las personas que fueron infructuosamente designadas por la Asamblea Nacional
para ocupar puestos en el Tribunal Superior de Justicia y en el CNE, y los que
no han sido detenidos, están escondidos o han buscado asilo político en países vecinos.
Viendo
todo esto, ¿todavía piensan que pueden lograr una solución pacífica y
democrática? ¿Todavía piensan que tienen algún poder real? ¿Acaso creen que las
sanciones económicas pueden hacer cambiar al chavismo? ¿No estarán cayendo en un
idealismo estéril y viviendo de una ilusión?
Yo
no desearía una intervención militar en Venezuela, ni Maduro la desea tampoco.
Él y sus militares saben que no tienen el poder para enfrentarse a una
coalición liderada por Estados Unidos y que serían diezmados y capturados. Pero
mientras piensen que no corren ningún riesgo, continuarán con sus planes.
Seamos
claros, lo único que puede forzar a Nicolás Maduro y a los chavistas a entregar
el poder, que solo mantienen en base a la fuerza, es una fuerza mayor y por eso
es importante tener la opción militar sobre la mesa y que sepan que si es necesario
se usará. Entonces quizás cedan y se pueda establecer un gobierno de transición
que convoque a elecciones libres supervisadas internacionalmente.
Y
si la amenaza de una intervención militar liderada por Estados Unidos no logra
convencerlos de que tienen que ceder, y aumentan la represión o surge la guerra
civil que tantos hemos visualizado, entonces llegó el momento de utilizar la
última opción, que es la opción militar, porque no se puede permitir que la
fuerza prevalezca sobre la democracia.
Ya
se permitió en Cuba y miren lo que pasó. ¿Queremos tropezar de nuevo con la
misma piedra en Venezuela?
Por
eso, insisto, no poner sobre la mesa el uso de la fuerza militar como una opción
en la solución del problema venezolano es un terrible acto de miopía política
por parte de esos países que se oponen. Hay que entender que es una opción,
aunque sea la última opción y hacer que Maduro y los chavistas lo entiendan
bien, dejen de gobernar usando la fuerza y accedan a una transición supervisada
internacionalmente.
Y
si no lo entienden, o no quieren entenderlo, habrá que usar la fuerza y estoy
seguro que entonces si lo entenderán, pero la vuelta de Venezuela a la vía
democrática es más importante que cualquier otra consideración filosófica. Aquí
no se vale poner la otra mejilla, sino extirpar de raíz el cáncer del chavismo
castrista.
No
se puede permitir que se pierda Venezuela como hace años se perdió Cuba.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario