¿Ante el fracaso, redefinir el concepto de Revolución? |
Esta
columna se la dedico a todos aquellos que se proclaman a sí mismos
“Revolucionarios”.
Hace 17
años y debido a su fracaso, Fidel Castro se vio obligado a redefinir el
concepto de Revolución, y esto es algo que según los criterios filosóficos
leninistas se llama “Revisionismo”. Pero como Fidel era omnipotente, podía
hacerlo todo, y por supuesto, así lo hizo.
Entonces
movió a su gente quienes de forma manipuladora como siempre lo han hecho todo, “forzaron
que todos firmaran los tan controvertidos conceptos que él hizo de
“Revolución”, violando por demás con ello, todos los criterios vertidos sobre
el significado filosófico de esta palabra. Pero esta redefinición adquiere más
valor cada día que pasa.
En
aquel entonces y como siempre lo hacen, realizaron el plebiscito a la manera
“revolucionaria”. Públicamente, y no mediante un voto secreto porque conocen bien
el pánico a señalarse que siente todo el pueblo. Con el resultado de las firmas
- dato que nunca ha sido divulgado y que por demás es imposible de verificar - pretenden avalar el supuesto “apoyo
incondicional” del pueblo al desgobierno que domina la isla por más de
cincuenta años.
Pero…antes
de seguir adelante quiero hacer una reflexión sobre ese “concepto que plantea
en una de sus partes: “Revolución es cambiar todo aquello que deba ser
cambiado”. Y yo me pregunto:
¿Quién
determina todo lo que debe ser cambiado y por qué otra cosa deberá cambiarse?
¿Será el pueblo soberano quien lo decida? o es un derecho que se otorga el
Buró Político y da a los que se dicen “revolucionarios”.
A Fidel Castro se le olvidó explicar en su redefinición, qué cosa era lo que había que
cambiar, porque millones podrían interpretar - y no está mal suponerlo - que al
decir “cambiarlo todo”, se refería a que había que cambiar a todos los dirigentes del
país y al Partido Comunista de Cuba.
Realizando
un “revolucionario” esfuerzo traté de plasmar mi criterio, sobre la
“Involución”, pues es esto lo que ha pasado en Cuba. Mi análisis está basado en
su clara proposición. En primer lugar, lo aplico a los más altos dirigentes del
país. Deben cambiar para ser como nos hicieron creer ellos eran (o debían ser).
¿Y
cómo serían? Serían dirigentes que no viven por encima del nivel de vida
promedio de su pueblo, y mucho menos a expensas de este, comparten sus sacrificios
y privaciones, y exigen que su familia también lo haga. Y bajo
ninguna circunstancia hace uso particular de los recursos del Estado e igualmente
impide que los suyos lo hagan. Es modelo y ejemplo, e inculca a su
familia los valores de la modestia, la sencillez y la austeridad.
Es capaz
de escuchar a su pueblo y actuar en consecuencia. Calla y atiende, no es
prepotente, autosuficiente ni soberbio. No manipula, mucho
menos miente. No impone sus criterios e ideas, ni aprovecha su poder e influencia
sobre los demás para proclamar su “verdad” y lograr sus fines. Perdona
y no permite la venganza, ni el ajuste de cuentas.
No
consiente y lucha por impedir que sus compatriotas se enfrenten entre sí, no alienta
la colisión, ni permite que se humille a quien no piensa igual.
Dirige
con inteligencia y honestidad, para resolver los problemas y no hace
malabares con los recursos y la economía del país y nunca experimenta ni
juega con las vidas de sus compatriotas.
Dirigente
revolucionario es el que no acepta un cargo por cumplir con un supuesto y
falso sentido del deber, y lo ocupa solamente si se siente preparado para
ello. Es consecuente con lo que predica, y se comporta a la altura de la
situación.
Dirigente
revolucionario es aquel que ante los múltiples y reiterados errores
cometidos y el fracaso, pide disculpas al pueblo reconociendo su incompetencia
e incapacidad. Que no se aferra al poder y comprende cuando ha llegado el
momento de entregar el poder a gente nueva, más capacitada, y que tengan
una real y consecuente visión del momento histórico en que se encuentra la
humanidad.
Entonces
se podría pedir al pueblo que lo firmara, y estoy seguro que millones de
compatriotas seguramente iban a firmar sin miedo la nueva definición del “dirigente
revolucionario”.
Para
terminar mi reflexión diría: Revolucionario es quien no roba, ni recepta. No
practica la doble moral y en todo momento expresa lo que siente, defiende sus
criterios y actúa en consecuencia.
Entonces,
también es valedero preguntarnos: ¿Quién en Cuba puede ser considerado un
verdadero revolucionario o un verdadero dirigente revolucionario?
Yo
no conozco ninguno.
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