Represión chavista en Venezuela |
Bajo
la utópica promesa de traer libertad y progreso, sobre todo, para las clases
humildes, muchos regímenes marxistas llegan al poder. A veces por imposición de
una poderosa potencia como sucedió con muchos países de la Europa del Este,
forzados por la Unión Soviética o en Asia por la presión e Influencia de la
República Popular China.
En
nuestra América, Cuba cayó en el castrismo pseudo Marxista por el engaño de Fidel
Castro y su movimiento 26 de Julio que se apropiaron de Cuba después del
derrocamiento de Fulgencio Batista. Desde Cuba trataron de impulsar el Marxismo
en América.
En
Granada fueron expulsados por Estados Unidos. En Panamá después del fracaso de
Omar Torrijos y la llegada de Manuel Noriega y sus vínculos con el
Narcotráfico, una acción de Estados Unidos aprehendió a Noriega y liberó a
Panamá.
A
fines de los años 60 y principios de los 70, los castristas apoyaban
movimientos subversivos, entre muchos, mencionaremos a los Tupamaros en Uruguay,
los Montoneros en Argentina, el ELN en Bolivia, las FARC en Colombia, La
Familia en Costa Rica, Alfaro Vive en Ecuador, el FMLN en el Salvador, la UNRC
en Guatemala, la Liga Comunista 23 de septiembre en México, Las FALN en
Venezuela y muchos otros.
Todos
los movimientos guerrilleros latinoamericanos, recibían entrenamiento militar,
asesoría y armamento en Cuba. Era la época de la guerra fría en que Cuba
promovía activamente el exportar la revolución cubana a otros países, gracias a
fondos proveídos por la Unión Soviética.
Casi
todos esos movimientos fueron derrotados militarmente, en algunos casos tras
golpes militares que se forjaron en defensa de la institucionalidad, aunque
luego muchos llevaron a excesos y violaciones de los derechos humanos. Pero
siempre Fidel Castro y Cuba aparecían como la causa raíz del problema.
Aparte
del activismo cubano, varios factores alimentaban el Marxismo en América. El
principal era el populismo que prometía desarrollo y progreso en zonas que los
gobiernos electos democráticamente habían olvidado. Mucha pobreza había en
América, sobre todo en las zonas de población indígena.
En
Chile, Salvador Allende llega al poder en 1970 a pesar de haber obtenido menos
del 37% de los votos (o sea dos de cada tres chilenos votaron en su contra).
Como no obtuvo la mayoría de los votos, tras firmar un pacto de respeto a la
democracia, Allende fue electo por el congreso pleno. Posteriormente fue derrocado
por el golpe de estado de Augusto Pinochet.
La
Unión Soviética desaparece en 1990-1991 gracias a un factor externo: La caída
de los precios del petróleo del que Rusia era altamente dependiente. Los países
de Europa del Este fueron recuperando se independencia y su libertad, pero el
castrismo manejó para sobrevivir en Cuba en lo que llamó “Período especial en
tiempos de paz”.
En
Venezuela, el país más rico de América por sus reservas petroleras, Hugo Chávez
llegó al poder también por vía electoral y después ganó varias elecciones
sucesivas estando en el poder hasta su muerte en 2013. Cabe señalar que, si en Chile y en Venezuela
hubiera existido el sistema de segunda vuelta electoral tan común en muchos
países, ni Allende ni Chávez hubieran sido electos presidentes de sus países.
En
Cuba, la revolución castrista se institucionalizó, pero eso costó la vida de
más de 5,000 cubanos que fueron fusilados, decenas de miles de cubanos fueron
encarcelados y casi dos millones abandonaron el país. Y todo eso a cambio de
nada pues la revolución ha sido incapaz de cumplir sus promesas. Cuba, que era
un país próspero, es hoy un país con carencias, con escasez, atraso tecnológico
y represión.
El
castrismo no permite que se le rete el poder en las urnas, y no vacila en usar
la fuerza en contra de aquellos opositores que promueven un cambio.
En
Venezuela, tras la muerte de Chávez, su heredero Nicolás Maduro fue electo
presidente. Chávez y Maduro usaron la riqueza venezolana como arma para lograr
influencia política. Hoy, tras la caída de los precios del petróleo, Venezuela
es uno de los países más pobres de América.
Nicolás
Maduro ha suspendido las elecciones, está reprimiendo con fuerza las protestas
del pueblo venezolano. Hay un número grande de presos políticos, y ha habido (y
sigue habiendo) muertos y heridos a la vez que el número de presos continúa
aumentando. Rompió el orden constitucional y estableció una dictadura que pretende
institucionalizar modificando la constitución.
Decenas
de miles de venezolanos han abandonado su país y se han ubicado en otros países
de América, Europa y Estados Unidos. Todo escasea. No hay alimentos ni
medicinas. Venezuela vive una situación crítica que no preocupa a Nicolás Maduro
que promueve su nueva constitución hablando con vacas.
El
castrismo, marxismo, socialismo del siglo XXI o como queramos llamarle, es un
cáncer que se extiende por América. Pero los países democráticos no tienen
herramientas para detenerlo y se limitan a pedir diálogo, y a amenazar con
sanciones políticas que no preocupan a Venezuela.
A
Cuba, dejó de preocuparle hace muchos años porque saben que no pasa nada.
Los llamados presidentes de Cuba y Venezuela, Raúl Castro y Nicolás Maduro, son
de hecho dos sanguinarios monarcas absolutos que reprimen a sus indefensos
pueblos ante la mirada del mundo libre, una mirada que implica complicidad.
Yo
soy pacifista por naturaleza, y odio las guerras y en particular cuando los
cubanos se matan entre sí o cuando los venezolanos se matan entre sí, luchando
por un ideal utópico promovido por el populismo.
Lo
voy a decir con todas sus letras sabiendo que causará controversia: Los países de la OEA no deben dudar en
utilizar la fuerza militar. Organizar una coalición de países que elimine el
cáncer del castrismo o marxismo en América. Eso no es intervenir en los asuntos
internos de otros países, sino defender los derechos humanos universales de los
indefensos pueblos de esos países.
Estados Unidos posee la fuerza suficiente para lograr que la coalición triunfe con un mínimo de víctimas inocentes.
Bastaría
que se hiciera en una ocasión, para que se entienda muy claro que no se puede
cruzar una raya. Que no se pueden suspender los derechos democráticos, que se
tiene que respetar la división de poderes, que se debe permitir la libertad de
expresión, el derecho a la información y el pluripartidismo. Y que los pueblos
tienen el derecho inalienable de elegir sus gobernantes mediante el voto libre
y secreto.
Esto
se escribe muy fácil, pero es muy difícil hacerlo. Estados Unidos se ha
preocupado por Saddam Hussein, por Muammar Gaddafi, y por Bashar Al-Assad y ha
buscado alianzas con Turquía, Arabia Saudita, y otros países árabes, pero se ha
olvidado de Cuba y Venezuela, países vecinos que siempre han sido amigos y aliados
de Norteamérica.
A
veces es necesaria una guerra para asegurar la paz. A veces hacen falta muertes
para salvar vidas. A veces hay que actuar y hacer cosas que uno hubiera
preferido no hacer.
Suena
duro, pero la situación en Cuba y Venezuela es muy dura, debido a gobiernos que
han traído Miseria, muerte y dolor, y que deben ser eliminados.
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