viernes, 12 de mayo de 2017

El cáncer castrista: Muerte, miseria y dolor para Cuba y Venezuela.

Represión chavista en Venezuela
Bajo la utópica promesa de traer libertad y progreso, sobre todo, para las clases humildes, muchos regímenes marxistas llegan al poder. A veces por imposición de una poderosa potencia como sucedió con muchos países de la Europa del Este, forzados por la Unión Soviética o en Asia por la presión e Influencia de la República Popular China.

En nuestra América, Cuba cayó en el castrismo pseudo Marxista por el engaño de Fidel Castro y su movimiento 26 de Julio que se apropiaron de Cuba después del derrocamiento de Fulgencio Batista. Desde Cuba trataron de impulsar el Marxismo en América.

En Granada fueron expulsados por Estados Unidos. En Panamá después del fracaso de Omar Torrijos y la llegada de Manuel Noriega y sus vínculos con el Narcotráfico, una acción de Estados Unidos aprehendió a Noriega y liberó a Panamá.

A fines de los años 60 y principios de los 70, los castristas apoyaban movimientos subversivos, entre muchos, mencionaremos a los Tupamaros en Uruguay, los Montoneros en Argentina, el ELN en Bolivia, las FARC en Colombia, La Familia en Costa Rica, Alfaro Vive en Ecuador, el FMLN en el Salvador, la UNRC en Guatemala, la Liga Comunista 23 de septiembre en México, Las FALN en Venezuela y muchos otros.

Todos los movimientos guerrilleros latinoamericanos, recibían entrenamiento militar, asesoría y armamento en Cuba. Era la época de la guerra fría en que Cuba promovía activamente el exportar la revolución cubana a otros países, gracias a fondos proveídos por la Unión Soviética.

Casi todos esos movimientos fueron derrotados militarmente, en algunos casos tras golpes militares que se forjaron en defensa de la institucionalidad, aunque luego muchos llevaron a excesos y violaciones de los derechos humanos. Pero siempre Fidel Castro y Cuba aparecían como la causa raíz del problema.

Aparte del activismo cubano, varios factores alimentaban el Marxismo en América. El principal era el populismo que prometía desarrollo y progreso en zonas que los gobiernos electos democráticamente habían olvidado. Mucha pobreza había en América, sobre todo en las zonas de población indígena.

En Chile, Salvador Allende llega al poder en 1970 a  pesar de haber obtenido menos del 37% de los votos (o sea dos de cada tres chilenos votaron en su contra). Como no obtuvo la mayoría de los votos, tras firmar un pacto de respeto a la democracia, Allende fue electo por el congreso pleno. Posteriormente fue derrocado por el golpe de estado de Augusto Pinochet.

La Unión Soviética desaparece en 1990-1991 gracias a un factor externo: La caída de los precios del petróleo del que Rusia era altamente dependiente. Los países de Europa del Este fueron recuperando se independencia y su libertad, pero el castrismo manejó para sobrevivir en Cuba en lo que llamó “Período especial en tiempos de paz”.

En Venezuela, el país más rico de América por sus reservas petroleras, Hugo Chávez llegó al poder también por vía electoral y después ganó varias elecciones sucesivas estando en el poder hasta su muerte en 2013.  Cabe señalar que, si en Chile y en Venezuela hubiera existido el sistema de segunda vuelta electoral tan común en muchos países, ni Allende ni Chávez hubieran sido electos presidentes de sus países.

En Cuba, la revolución castrista se institucionalizó, pero eso costó la vida de más de 5,000 cubanos que fueron fusilados, decenas de miles de cubanos fueron encarcelados y casi dos millones abandonaron el país. Y todo eso a cambio de nada pues la revolución ha sido incapaz de cumplir sus promesas. Cuba, que era un país próspero, es hoy un país con carencias, con escasez, atraso tecnológico y represión.

El castrismo no permite que se le rete el poder en las urnas, y no vacila en usar la fuerza en contra de aquellos opositores que promueven un cambio.

En Venezuela, tras la muerte de Chávez, su heredero Nicolás Maduro fue electo presidente. Chávez y Maduro usaron la riqueza venezolana como arma para lograr influencia política. Hoy, tras la caída de los precios del petróleo, Venezuela es uno de los países más pobres de América.

Nicolás Maduro ha suspendido las elecciones, está reprimiendo con fuerza las protestas del pueblo venezolano. Hay un número grande de presos políticos, y ha habido (y sigue habiendo) muertos y heridos a la vez que el número de presos continúa aumentando. Rompió el orden constitucional y estableció una dictadura que pretende institucionalizar modificando la constitución.

Decenas de miles de venezolanos han abandonado su país y se han ubicado en otros países de América, Europa y Estados Unidos. Todo escasea. No hay alimentos ni medicinas. Venezuela vive una situación crítica que no preocupa a Nicolás Maduro que promueve su nueva constitución hablando con vacas.

El castrismo, marxismo, socialismo del siglo XXI o como queramos llamarle, es un cáncer que se extiende por América. Pero los países democráticos no tienen herramientas para detenerlo y se limitan a pedir diálogo, y a amenazar con sanciones políticas que no preocupan a Venezuela.

A Cuba, dejó de preocuparle hace muchos años porque saben que no pasa nada. Los llamados presidentes de Cuba y Venezuela, Raúl Castro y Nicolás Maduro, son de hecho dos sanguinarios monarcas absolutos que reprimen a sus indefensos pueblos ante la mirada del mundo libre, una mirada que implica complicidad.

Yo soy pacifista por naturaleza, y odio las guerras y en particular cuando los cubanos se matan entre sí o cuando los venezolanos se matan entre sí, luchando por un ideal utópico promovido por el populismo.

Lo voy a decir con todas sus letras sabiendo que causará controversia: Los países de la OEA no deben dudar en utilizar la fuerza militar. Organizar una coalición de países que elimine el cáncer del castrismo o marxismo en América. Eso no es intervenir en los asuntos internos de otros países, sino defender los derechos humanos universales de los indefensos pueblos de esos países. 

Estados Unidos posee la fuerza suficiente para lograr que la coalición triunfe con un mínimo de víctimas inocentes.

Bastaría que se hiciera en una ocasión, para que se entienda muy claro que no se puede cruzar una raya. Que no se pueden suspender los derechos democráticos, que se tiene que respetar la división de poderes, que se debe permitir la libertad de expresión, el derecho a la información y el pluripartidismo. Y que los pueblos tienen el derecho inalienable de elegir sus gobernantes mediante el voto libre y secreto.

Esto se escribe muy fácil, pero es muy difícil hacerlo. Estados Unidos se ha preocupado por Saddam Hussein, por Muammar Gaddafi, y por Bashar Al-Assad y ha buscado alianzas con Turquía, Arabia Saudita, y otros países árabes, pero se ha olvidado de Cuba y Venezuela, países vecinos que siempre han sido amigos y aliados de Norteamérica.

A veces es necesaria una guerra para asegurar la paz. A veces hacen falta muertes para salvar vidas. A veces hay que actuar y hacer cosas que uno hubiera preferido no hacer.


Suena duro, pero la situación en Cuba y Venezuela es muy dura, debido a gobiernos que han traído Miseria, muerte y dolor, y que deben ser eliminados.

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