El Gobierno de Maduro reprime al pueblo que protesta contra la dictadura. |
Por varias semanas se ha visto y lo hemos comentado hasta la saciedad: Ahí
viene el Tigre, ahí viene el Tigre. Pues todo tiempo se cumple y este fin de
semana llega el Tigre. Para Venezuela y para el Mundo Libre, es uno de los llamados
“momentos de la verdad”.
La oposición venezolana, tras 4 meses de protestas continuas que, a
pesar de ser vistas con buenos ojos por muchos países y a pesar de
las presiones que los mismos han ejercido, no han logrado doblar a Nicolás
Maduro y establecer un diálogo que lleve a un gobierno de transición. Maduro
acepta el diálogo, siempre y cuando se haga lo que él quiere y así es imposible
negociar.
La oposición ha logrado que muchos chavistas dejen de apoyar a Maduro,
pero él mantiene el control pues supuestamente cuenta con el apoyo de los altos
jefes militares, aunque muchos de los militares no son chavistas o siendo
chavistas están en contra de las acciones de Maduro y su Asamblea Constituyente.
Pero el Gobierno de Maduro, a pesar del cisma que sin duda existe en el
chavismo y de haber perdido el apoyo de muchos de ellos, no está dispuesto a ceder
e insiste en instalar la Asamblea Constituyente que redactará una nueva
constitución diseñada para perpetuar en el poder a Nicolás Maduro y a los
chavistas que todavía lo apoyan.
Maduro no es un tipo inteligente, sino bruto y terco, inculto e
ignorante, que está siendo asesorado por los cubanos para la transición en Venezuela.
Pero no es una transición de una dictadura a la democracia, sino la
transición de una dictadura a una dictadura totalitaria. El objetivo de Maduro
es una Venezuela totalitaria, similar a la Cuba totalitaria, en la que el
gobierno controle todo y los venezolanos se vean impotentes para actuar.
Desde luego van a pasar varias cosas. La primera será la detención de
miles de personas. Venezuela se va a llenar de presos políticos. Varios
alcaldes opositores ya están presos por no haber impedido las protestas. Maduro
anunció que iba a detener uno a uno a los funcionarios que nombró la Asamblea
Nacional, después de la consulta popular, para ocupar puestos en el Tribunal
Supremo de Justicia y en el Consejo Nacional Electoral. Ya ha detenido a varios
y sigue adelante.
También el gobierno, pasando sobre el derecho democrático que todo pueblo tiene para protestar pacíficamente, ha prohibido que se realicen manifestaciones durante
este fin de semana en que la oposición ha anunciado la “Toma de Caracas” y ha
advertido que se impondrán fuertes penas de cárcel para los que contravengan la prohibición,
pero la mesa de la unidad ha anunciado que seguirá adelante con sus planes.
Esto permite suponer que durante el fin de semana se realizarán cientos
y hasta miles de detenciones de personas que pueden ser sentenciadas a penas
que oscilan entre 5 y 15 años de prisión y esto a criterio del gobierno y como
son personas que en derecho no han cometido ningún delito, todos serán presos
políticos.
Y seguirá el turno a los miembros de la Asamblea Nacional que ha sido
declarada en desacato y que ya ha recibido amenazas por parte de Nicolás
Maduro. Una orden bastará para detener a 112 asambleístas y convertirlos en
presos políticos. Y de paso, seguirán los dirigentes de la oposición
representada por la mesa de Unidad democrática. Seguramente serán acusados de
incitación a la violencia, el mismo “delito” por el que Leopoldo López fue detenido
y sentenciado.
Desde luego, para realizar todas estas detenciones, el gobierno de Maduro
tendrá que usar la fuerza y esto implicará que muchos civiles venezolanos resulten
heridos o muertos en una guerra civil en la que el gobierno venezolano,
apoyado por apenas un 15 a 20% de la población, pero bien equipado militarmente
con todo tipo de armamento ligero y pesado, aplastará a la oposición que es
apoyada por el 80 o el 85% del pueblo, pero que no tiene armamento. Será el típico caso
de piedras contra balas, y en estos casos, siempre ganan las balas.
La comunidad internacional en general, y en particular la mayoría de los
países de la Comunidad Europea, la mayoría de los países miembros de la
Organización de Estados Americanos y los organismos internacionales de protección
a los derechos humanos han criticado al régimen de Maduro, le han pedido que
cancele la Asamblea Constituyente y que se realicen elecciones en las que el
pueblo, con su voto, pueda resolver pacíficamente la crisis.
Estados Unidos ha impuesto sanciones económicas dirigidas puntualmente
hacia los dirigentes chavistas-castristas que apoyan a Maduro y a su Asamblea
Constituyente. México y Colombia las han apoyado. Mariano Rajoy ha alzado su
voz. El mismo Papa Francisco se ha solidarizado con los obispos venezolanos que
se oponen a Maduro y a su Asamblea Constituyente.
Pero Maduro no escucha o no quiere escuchar y con la terquedad de una
mula, sigue adelante con sus planes. Se está enfrentando a los países más
poderosos del mundo y ha insultado a los gobiernos de muchos de esos países. No
se siente presionado y no tiene miedo.
Y no tiene miedo, porque sabe que las sanciones económicas y las
críticas no le afectan. Él sabe que Venezuela no puede enfrentarse militarmente
a esos países porque sería aplastada, pero sabe que esos países, incluyendo a Estados
Unidos, hasta el momento no han planeado ningún tipo de acción militar en apoyo al pueblo venezolano.
La lógica es simple: ¿Qué importa enfrentarse a la potencia militar
número uno del mundo, si esa potencia no piensa usar su fuerza? No usarla,
equivale a no tenerla. Por eso, este fin de semana es un momento de la verdad
para Estados Unidos, para los demás países del mundo libre y para Venezuela.
Solo un cisma en los militares venezolanos, podría representar una
amenaza para Maduro. Los militares tienen armas de todo tipo. Tienen fuerza,
pero si eso se diera sería el catalizador de la guerra civil con resultados
impredecibles. Eso no se puede medir ni predecir. Si los militares se
ponen del lado del pueblo y se enfrentan a la policía y a los colectivos
chavistas podría darse una situación similar a la que se dió en Rumania. Pero esto es pura teoría.
Nadie sabe a ciencia cierta lo que pasará.
Mientras tanto el éxodo venezolano se dispara. Los venezolanos emigran a
todo país que los reciba. Hay cientos de miles en Estados Unidos y en Colombia,
y decenas de miles en Perú y en España y muchos más en otros países. Salen de
Venezuela, por la inseguridad, por la escasez de alimentos y medicinas, porque
no se ve un futuro, por miedo a la guerra civil y por pánico a la cubanización
final de Venezuela.
Venezuela está muriendo. La están matando, y el mundo libre debe pasar
de la acción a los hechos. Las palabras no resuelven nada. Hay que ayudar al
pueblo venezolano a reencontrarse con la libertad y con la democracia.
Se acerca uno de los llamados “momentos de la verdad” en los se define
la congruencia entre lo que se dice y lo que se hace, donde se demuestra de qué
madera está hecho el mundo libre. Ya los venezolanos hicieron su parte. Ahora
es indispensable que el mundo libre los apoye.
Ayuden a Venezuela. Lo necesita y lo merece.
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