jueves, 13 de julio de 2017

VEINTITRÉS AÑOS DE UN CRIMEN INJUSTIFICABLE: LA MASACRE DEL REMOLCADOR "13 DE MARZO"

Flores para los hombres, mujeres y niños que fueron asesinados
No hay nada más inaceptable en una sociedad que el asesinato a mansalva, matar por el placer de hacerlo, ser asesino porque se disfruta matando. Son crímenes de lesa humanidad que sólo lo pueden hacer personas de mentes enfermas, de mentes diabólicas y carentes de todo sentimiento. Personas para las que la vida no vale nada.

Hablo de ello y seguramente que a todos los que leen mi columna les salta a la mente al Holocausto judío, a los campos de concentración de Auschwitz donde criminales de la Alemania Nazi ejecutaron a 6 millones de judíos en uno de los hechos más denigrantes que ha vivido Europa. 

Pero el hecho a que me refiero ocurrió en América, muy cerca de aquí, a 90 millas de Estados Unidos y a 7 millas de la salida de la Bahía de la Habana y es uno de los hechos más denigrantes que ha vivido América, el mundo y en particular mi patria, Cuba.

En Cuba se ha matado a mucha gente. Muchos han caído en los paredones de fusilamiento, otros en ejecuciones extrajudiciales. Decenas de miles han muerto en el estrecho de la Florida tratando de escapar de Cuba al zozobrar sus frágiles embarcaciones.
Pero hay dos casos particulares que los cubanos jamás podremos olvidar: 

El primero fue el derribo de las avionetas de los hermanos al rescate en el que aviones MIG del gobierno de Cuba abatieron a dos avionetas desarmadas volando sobre aguas internacionales.

El otro es extremadamente detestable y sucedió hace 23 años en la madrugada del 13 de Julio de 1994. Esa madrugada, aproximadamente a las 3 A.M. y aprovechando la oscuridad de la noche, un grupo de 72 cubanos entre los que había hombres, mujeres y niños se subieron a un barco remolcador llamado “13 de marzo”.

Su idea era huir de Cuba, navegar las 90 millas y llegar a Estados Unidos. Pensaron que el remolcador, que había sido sometido a un mantenimiento y a una renovación integral, les serviría para su travesía. Sigilosamente abordaron la embarcación. En un momento dado, a las 3:15 de la madrugada, arrancaron los motores y comenzaron su recorrido desde la Bahía de la Habana.

Obviamente los motores sonaron al arrancar y el ruido fue detectado. El remolcador comenzó su travesía hacia la libertad, y las autoridades cubanas comenzaron a perseguirlo. Otro remolcador intentó interceptarlo y forzarlo a dirigirse hacia un muelle. Otros remolcadores se unieron a la persecución. Apenas habían salido de la bahía cuando aparecieron otros barcos que los esperaban.

La inteligencia cubana se había enterado del intento de fuga, y estaba preparado para cazarlos e impedir su intento. Esos barcos, utilizaron mangueras para lanzar chorros de agua a presión hacia el “13 de marzo” que estaba construido con madera, lo que lo hacía frágil ante el embate del agua a alta presión.

Unas 7 millas afuera de la bahía, resultó evidente que el remolcador no podría escapar, y detuvo su marcha para rendirse, pero el acoso no cedió. Los asesinos a bordo de los otros barcos, buscaban hundirlos, ahogarlos, matarlos. No les interesaba detenerlos y capturarlos.

Guardacostas de la marina cubana llegaron al lugar, pero se abstuvieron de intervenir y dejaron que los chorros de agua a presión destruyeran poco a poco al “13 de marzo”. Los potentes chorros de agua barrían la cubierta del remolcador y arrastraban hacia el mar a hombres, mujeres y niños. Pero aún así, no paraban y buscaban que se ahogaran. Querían matarlos. Eran criminales asesinando con placer.

Hombres, mujeres y niños cayeron al mar y comenzaron a ahogarse, pero nadie hizo ningún intento por rescatarlos, todo lo contrario. Los barcos embestían a las personas que lograban nadar y los hundían. Era una masacre que no tenía fin. A las 4:50 AM el remolcador se hundió junto con aquellos que se habían refugiado en su interior. Al final, 41 personas habían muerto y solo 31 habían logrado sobrevivir.  El Capitán que dirigió la operación, de apellido Machín fue condecorado.

El hecho fue denunciado por Amnistía Internacional y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos emitió un informe donde acusaba al gobierno cubano de homicidio deliberado. Insisto, fue un crimen de lesa humanidad.

Aunque hubo fuertes protestas por parte de muchos países el gobierno cubano no hizo absolutamente nada y al final todo quedó como antes, pero este hecho permanecerá para siempre como uno de los días más tristes de la historia cubana.

Hoy, a 23 años de ese crimen, todos los cubanos de buena voluntad levantamos nuestra voz, elevamos una oración y encenderemos una vela en memoria de los muertos.

Yo deseo que llegue una reconciliación entre todos los cubanos, pero eso no quiere decir que olvidemos hechos como el del “13 de marzo”. Algún día Dios y la justicia, les pedirán cuentas a esos asesinos.

Descansen en paz las víctimas del hundimiento del remolcador “13 de marzo”.


Nota: Esta columna la publiqué originalmente en mi antiguo Blog, que fue descontinuado hace cierto tiempo (cuando comencé a escribir para Hispano Post y para Yusnaby Post). La publiqué el 13 de Julio de 2014. Hoy la reproduzco con pequeñas modificaciones, porque lo expresado sigue siendo vigente. Fidel murió, se hizo el deshielo, pero la represión y la violación a los derechos humanos continúan.

Pobre Cuba...


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