En revolico, los cubanos con dinero, pueden conseguir casi todo lo que quieran. |
En Cuba, no debe
haber la menor duda de que hay una Tiranía Totalitaria. El gobierno cubano
práctica todas las formas de represión existentes. Lo mismo te detiene a tu
llegada al aeropuerto y te confisca lo que traes, que si estás en La Habana y
tu residencia está registrada en otra ciudad y te “deportan”, o cuando te
expulsan de la Universidad por pertenecer o simpatizar con alguna organización
que el gobierno considera ilegal.
Esto y muchas otras
cosas más le pueden pasar a todos los cubanos, sean o no simpatizantes del
régimen ya que es lógico pensar que si bien, en toda la economía cubana hay
cubanos desafectos al sistema, también hay algunos que todavía simpatizan con
él. Y esto también sucede en Estados Unidos, donde al amparo de la Ley de Pies
Secos y Pies Mojados, llegaron cientos de miles de cubanos que hoy son
residentes o incluso ciudadanos norteamericanos. En esos cientos de miles hay
muchos que son simpatizantes del régimen y que han participado en actos de
repudio o acciones similares.
Hasta la
eliminación de la ley de Pies Secos y Pies Mojados, entrar en Estados Unidos
era muy fácil para cualquier cubano. Solo tenía que llegar a tierra firme y en
un año y un día era residente. Los que eran pobres, que era la mayoría, se
lanzaban al mar en balsas con la esperanza de no hundirse en el mar o ser
interceptados por los guardacostas y devueltos a Cuba. Otros escogían el
proceso, no exento de riesgos, de viajar a un tercer país y luego realizar una
larga travesía terrestre hasta llegar a la frontera de México con Estados
Unidos.
Los que tenían
familiares en Estados Unidos que podían enviarles el dinero, o los que eran “ricos”
podían realizar la travesía con toda seguridad en una lancha rápida (Primera
clase de los traficantes de personas), con GPS, e instrumentos que les permitían localizar fácilmente los lugares a los que debían llegar después y evadir a los guardacostas.
Estas lanchas viajan a una velocidad tal que en tres
horas los viajeros arribaban sanos y salvos a una playa norteamericana. El costo podía variar desde $8,000
dólares por persona hasta $15,000 dólares por persona.
La salida de una
familia de cinco (Papá, Mamá, la Abuela y dos hijos) podía costar entre $50,000
y $70,000 dólares. ¿Y qué cubano podía tener esa suma en Cuba? Muy fácil,
aquellos que aprovechan su trabajo en el gobierno para tener ingresos no
declarados en una economía corrupta y subterránea.
Podría ser un
funcionario de la aduana, que separaba para sí mismo parte de la mercancía que
llegaba y luego la vendía en el mercado negro. Podría ser una persona que
trabajaba en un puesto importante de una fábrica o una comercializadora para
hacer lo mismo que el aduanero. Podría ser un inspector que recibía dinero de muchos
cuentapropistas para no cerrarles su negocio.
Estas personas tenían el dinero suficiente no sólo para pagar las lanchas rápidas, sino para llegar a Miami con dinero
ahorrado y no tener que pasar trabajo.
Y el dinero que se
pagaba a los traficantes de personas no todo era para ellos, repartían buena parte con sus "socios" en Cuba, que conseguían los clientes y los transportaban a los
puntos donde eran recogidos. También las autoridades se llevaban su tajada, a cambio de que los guardacostas cubanos no intercepten las lanchas y así poder llegar a un punto preestablecido y seguro, donde recogían a las personas para traerlas a Estados Unidos. Los
tentáculos de la economía subterránea son muy grandes.
Esto era
investigado muy poco por Estados Unidos a pesar de que otro sector de la
economía subterránea, utilizaba otras lanchas rápidas, pero en vez de recoger
personas, recogían Droga que previamente había llegado de Sudamérica. Las
lanchas con droga, no llegaban a tierra, sino que dejaban la droga en el mar, y
carteles locales la recogían y la entraban en Norteamérica en barcos pesqueros que
muchas veces atracaban en el mismo río Miami. A éstos algunas veces los
agarraban, pero era parte del juego. Dejar que agarraran parte de la Droga,
mientras el resto llegaba a su destino.
Y regresando a
Cuba, los cubanos resuelven la mayoría de sus problemas con dinero. Aparte de
las ya comentadas actividades, existen muchas otras fuentes de ingreso subterráneo, desde
instalar antenas parabólicas de TV (ocultas) en edificios y distribuir el
contenido a los apartamentos mediante el pago de una cuota mensual, o
distribuir el famoso “paquete semanal”, o robarse una señal de internet de
ETECSA y poner una conexión pirata con su contraseña garantizada, aunque esto
no garantice una conexión rápida y confiable. O surtir ropa calzado y bienes
del extranjero.
En fin, el Cuba el
que tiene dinero puede tenerlo casi todo, a través de una cadena de corrupción
que paga al funcionario o inspector para que no la descubra. Una de las formas más comunes, aunque no la única, es ver los anuncios en la página “revolico”
que es uno de los medios que usa el mercado negro para promoverse. En revolico consigues
casi todo. Y si tienes una señal pirata de Satélite y quieres comprar una TV
moderna, de por lo menos 32”, en revolico la encontrarás. Dentro de tu casa puedes
tener casi todo, sino a la última moda, a la penúltima, aunque por fuera tu casa luzca descascarada o lleve años sin pintarse.
La gente que tiene
dinero, puede ver las novelas y los noticieros de Miami, la pelota de las
grandes ligas, el fútbol de las ligas europeas y las películas recientes
subtituladas. Pero como en Cuba los sueldos son muy bajos, para tener ese dinero hay
que ganar dinero extra “por la izquierda”, o sea, vender artículos sustraídos del
centro de trabajo, ser proxeneta de jineteras o hacer cosas similares. Nadie
con trabajo honrado puede tener acceso a todo eso, salvo que sus parientes en
USA les envíen una suma mucho mayor a los $100 o $200 dólares mensuales normales.
Mantener ese nivel de vida requiere cuatro veces eso.
Y todo eso es
corrupción, pero en Cuba es casi imposible mantener cierto nivel de vida de
clase media si uno no participa de la corrupción, siendo corrompido,
corrompiendo a alguien o ambas. Y lo peor es que ya es tan común que la gente
lo ve normal. Cometer pequeños robos, o dar o recibir dinero por hacer algo, es
parte del día a día cubano. Y aunque funcionarios del gobierno lo saben, les es
más fácil hacerse de la vista gorda y recibir su dinerito, porque ellos también
tienen que comprar esos productos y servicios.
Eliminar la
corrupción y volver a crear en Cuba un sistema donde se respete lo ajeno y se
paguen los impuestos correspondientes será uno de los retos mayores de un gobierno en una Cuba democrática.
Desde luego, una parte del problema se acabará
cuando los productos puedan estar disponibles sin necesidad de caer en el Mercado Negro,
pero otra requerirá una intensa reeducación del pueblo.
No cabe duda de que en Cuba, todo es un
problema y casi todos los problemas se resuelven con dinero, y aunque la gente no tiene dinero, los resuelven.
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