viernes, 30 de junio de 2017

La impunidad de los opresores ante la insensibilidad del mundo libre

Los opresores actúan con impunidad en Cuba y Venezuela.
No hay que ser extremadamente inteligente para entender lo que ha estado sucediendo en Cuba y Venezuela y en los últimos años, la proliferación de los teléfonos inteligentes ha multiplicado la información disponible y la ha hecho casi instantánea.
Abundan fotos y videos de la represión que los gobiernos cubano y venezolano ejercen contra los ciudadanos que se atreven a disentir públicamente. Y el gobierno actúa impunemente porque sabe que nada pasará. Algunas ONG protestarán, pero los países del mundo libre no harán nada.  Pareciera que no les importara. De tanto ver la represión pareciera que la ven como algo común y natural.
Golpear mujeres que tratan de llegar a una iglesia, deportar a personas dentro del propio país, prohibir viajar a disidentes cuando quieren, encarcelar a otros por horas, días o semanas sin causa que perseguir ni juicio condenatorio. Atacar manifestaciones. Cancelar elecciones libres. Prohibir a personas ejercer el periodismo de manera independiente. Los gobiernos de Cuba y Venezuela utilizan cualquier método para reprimir a la sociedad civil de sus respectivos países.
Según el Estatuto de Roma ratificado por casi todos los países (aunque se requerían solo 60), la Corte Penal Internacional con sede en La Haya, Holanda, tiene competencia contra 11 tipos de acciones contra el pueblo y la sociedad civil, que se consideran crímenes de lesa humanidad y de manera expresa indica que los mismos no prescriben, y no importa donde se hayan cometido. La Corte tiene competencia universal y puede perseguir delitos de lesa humanidad que se hayan cometido en cualquier parte del mundo.
Estos 11 delitos contra el pueblo y la sociedad civil son:

  1. Asesinato.
  2. Exterminio.
  3. Esclavitud.
  4. Deportación o traslado forzoso de población.
  5. Encarcelamiento u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional.
  6. Tortura.
  7. Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzosa u otros abusos sexuales de gravedad comparable.
  8. Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia por motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos o de género o motivos reconocidos como inaceptables por el derecho internacional.
  9. Desaparición forzada de personas.
  10. Crimen de apartheid.
  11. Otros actos inhumanos que causan sufrimientos o atentan contra la integridad física o la salud mental


Se tiene documentado que los gobiernos de Cuba y Venezuela han cometido casi todos esos crímenes de lesa humanidad y los siguen cometiendo impunemente ante los ojos del mundo. No se trata de personas aisladas, sino de los gobiernos como un todo.
La corte penal internacional es complementaria de las jurisdicciones penales nacionales, o sea, si la legislación de un estado no contempla estos delitos, la corte penal internacional la complementa, por lo que el hecho de que no sean considerados, no implica un derecho para no cumplirlos.
La corte de La Haya tiene la capacidad para juzgar al gobierno castrista y al gobierno chavista, a sus dirigentes y a todos los que hayan estado involucrados en delitos de lesa humanidad contra los pueblos cubano y venezolano.
La Corte puede ejercer su competencia a petición de:

  • Un Estado miembro que remita al Fiscal una situación en que parezca haberse cometido uno o varios de esos crímenes;
  • El Consejo de Seguridad, cuando remita al Fiscal una situación en que parezca haberse cometido uno o varios de esos crímenes; o
  • El propio Fiscal que decida iniciar una investigación respecto de un crimen de ese tipo.


¿Cómo es posible que ningún estado miembro haya presentado una solicitud de investigación de los crímenes de lesa humanidad cometidos y que siguen cometiendo los gobiernos cubano y venezolano? ¿Cómo es posible que el propio fiscal no haya decidido iniciar una investigación por motu propio.

Pero el mundo libre, en general, ha demostrado una gran insensibilidad hacia lo que sucede en Cuba y en Venezuela. Las violaciones a los derechos humanos constituyen crímenes de lesa humanidad y hay evidencia de violaciones y crímenes que podrían llenar varios volúmenes.

Pero a nadie parece importarle. Como un ejemplo, hace unos días, los países miembros de la OEA no lograron reunir una mayoría para emitir una declaración condenatoria a Venezuela que habían promovido varios países.

Esto no puede seguir así. Los pueblos de Cuba y Venezuela merecen el respeto, la solidaridad y el apoyo de los países libres y democráticos del mundo. 

Es momento de que la Corte Internacional de La Haya se pronuncie contra las violaciones y delitos de lesa humanidad cometidos en esos países. Una sentencia condenatoria proporciona la justificación para que la comunidad internacional actúe de manera decisiva.

Para Cuba y Venezuela ya es hora.


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