sábado, 24 de junio de 2017

Estados Unidos está obligado a resolver el problema que creó en Cuba.

Los presidentes Dwight Eisenhower y John Kennedy provocaron la tragedia cubana
El problema de Cuba es de los cubanos, pero fue creado por Estados Unidos. Fue el presidente Dwight Eisenhower quien llevó a Fidel Castro al poder y fue el presidente John Kennedy el que permitió la consolidación de la revolución castrista.

Muchos cubanos no conocen como Estados Unidos fue el actor principal de esta época crítica de la vida política cubana. La historia ha sido desfigurada en los libros de texto castristas, pero los hechos la demuestran sin la menor duda.

En Cuba, el partido comunista, que fue fundado en 1925 por un grupo entre los que se encontraba Julio Antonio Mella, estaba prohibido y trabajaba en la clandestinidad. En 1939 cambió su nombre por el de Unión Revolucionaria Comunista y luego se convirtió en el Partido Socialista Popular.
 
Fulgencio Batista es quien legaliza a los comunistas en 1941 cuando la Unión Soviética, tras ser atacada por los Nazis, se integra a los Aliados que se enfrentaban a las potencias del Eje Berlín-Roma-Tokio. Estados Unidos comienza a ayudar a Stalin y le proporciona alimentos, armamento y todo lo necesario para enfrentarse a Hitler.

Batista, electo en 1940, también restableció relaciones con la Unión Soviética, legalizó a los comunistas e incluso dos connotados marxistas cubanos: Juan Marinello y Carlos Rafael Rodríguez se integraron al gabinete de Batista.

Ya después de la guerra, cuando el presidente de Cuba era Carlos Prío y se acercaban las elecciones presidenciales de 1952 a las que Batista aspiraba nuevamente pero que no tenía posibilidades de ganar, se produce el Golpe de Estado del 10 de marzo y su gobierno “de facto” es reconocido inmediatamente por el presidente norteamericano Harry Truman sin cuestionar su legalidad.

Batista se sometió a los intereses norteamericanos y mantuvo una relación muy estrecha con el embajador norteamericano Arthur Gardner quien se convirtió en la persona más importante y con más poder en Cuba. La política de Cuba se generaba en el cuarto piso del Departamento de Estado, que era donde trabajaban todos los funcionarios de nivel medio de la administración. El Secretario de Estado trabajaba en el quinto piso, pero solo recibía la información que los funcionarios del cuarto piso le filtraban.

Batista tomó varias decisiones económicas que no le gustaron a los norteamericanos, y que causó que decidieran que era momento de cambiarlo. La primera de ellas fue cuando decidió otorgar la construcción del Túnel de la Habana a una empresa francesa en vez de otorgarla a una empresa norteamericana y la segunda cuando prohibió importar de Estados Unidos unas grasas que no eran consideradas aptas para el consumo humano.

También influyó su decisión de autorizar la construcción de un Molino de Trigo en Oriente que afectaba el mercado de una empresa norteamericana establecida en La Habana, así como establecer un arancel enfocado a lograr una política de diversificación e industrialización para Cuba.

La suerte de Batista estaba sellada. En 1957, Estados Unidos sustituyó a su embajador en Cuba y nombró a Earl T. Smith. Fidel Castro estaba en la Sierra Maestra y los norteamericanos mantuvieron una dualidad. Mientras Smith se entendía con Batista en Cuba, a sus espaldas los funcionarios del cuarto piso del Departamento de Estado se entendían con Fidel Castro a través de José Miró Cardona.

Ellos arreglaron la entrevista de Herbert Matthews con Fidel Castro en la Sierra Maestra que se publicó en el New York Times. En el Departamento de Estado, habían tomado la decisión de terminar el gobierno de Batista sabiendo que sin duda alguna sería sustituido por Castro.

Todos los informes que Smith enviaba acerca de la presencia de los comunistas en el movimiento 26 de Julio, eran bloqueados en el cuarto piso y no llegaban al secretario John Foster Dulles y mucho menos a Eisenhower. Se prohibió la venta de armas a Batista y se ayudó a los castristas. Batista presidía Cuba, pero el cuarto piso del Departamento de Estado era de los castristas.

El 17 de diciembre, siguiendo instrucciones del Departamento de Estado, el embajador Smith se reúne con Batista y le dice que Estados Unidos consideraba que él no podía ejercer la presidencia y que era necesario que se retirara porque para ellos su mandato estaba terminado.

De igual manera, el Departamento de Estado se negó a que una junta militar promovida por los generales Francisco Tabernilla y Río Chaviano, ocupara el poder de manera provisional para “evitar que Castro y los comunistas” tomaran el gobierno en Cuba. Estados Unidos había decidido que el gobierno de Cuba lo asumiría Fidel Castro.

Batista abandona Cuba el 1ro. de enero de 1959 y triunfa la revolución castrista gracias a los norteamericanos. El 15 de Julio de 1959, el presidente Eisenhower ingenuamente declara que “las acusaciones de infiltración comunista en el gobierno de Cuba no son fáciles de probar”.

Pocos meses después el comunismo era un hecho. En marzo de 1960, Eisenhower ordena a la CIA que organice un movimiento integrado por cubanos para derrocar al castrismo. Ese movimiento se convirtió en la invasión de Bahía de Cochinos que tomó un año preparar. El 3 de enero de 1961 Estados Unidos rompe relaciones diplomáticas con Cuba.

El 20 de enero de 1961, Eisenhower entregó el poder y el problema de Cuba a un nuevo presidente, John F. Kennedy, que fue el encargado de ordenar la ejecución de la invasión planeada por el gobierno anterior. En abril de 1961, Bahía de Cochinos se convirtió en un fracaso para los norteamericanos y Cuba comunista se convirtió en un peón de la guerra fría.

La crisis de los misiles nucleares de octubre de 1962, terminó con los tratados Jruschov-Kennedy que permitieron la consolidación de la revolución castrista y establecieron el compromiso norteamericano de no permitir ataques a Cuba desde su territorio. Este fue el fin. La oposición democrática cubana quedó sin apoyo y los cubanos emigraron. 

El sucesor de John Kennedy, Lyndon Johnson legalizó a los cientos de miles de cubanos que se encontraban indocumentados en Estados Unidos mediante la “Ley de Ajuste Cubano” de 1966 que todavía está vigente. El resto es historia reciente.

Con una revolución llevada al poder por Estados Unidos y consolidada militarmente gracias a ellos, ha sido imposible para el pueblo cubano recuperar su libertad. La fuerza del régimen es descomunal y aplasta a los cubanos que se le quieran enfrentar, aunque sea pacíficamente.

Las acciones de Estados Unidos causaron que miles de cubanos murieran y que otros tantos tuvieran que cumplir largas penas de prisión. Hoy, la represión todavía continúa, pero ya es momento de pararla.

Estados Unidos tiene la obligación moral de ayudar a los cubanos a recuperar su libertad, y proporcionar todo el apoyo de fuerza que se necesite.


Basta de palabras, decretos y leyes que no resuelven nada. Para Cuba ya es hora.

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