lunes, 4 de diciembre de 2017

¿GUSANO? ¿TRAIDOR? ¿CONTRARREVOLUCIONARIO? ¿MAFIOSO? Por Jorge Ros

Cuba necesita apoyo para volver a ser libre,


El gobierno totalitario castrista, no escatima en epítetos, con la idea de ser hiriente contra los cubanos que nos oponemos al castrismo o que por cualquier razón tuvimos que abandonar nuestra patria y vivimos en la diáspora.

Yo salí muy joven de mi país, tenía 15 años y estaba en la transición de la niñez a la juventud. Comenzaba a acercarme a las niñas, iba a bailes o lunadas donde no faltaban las chaperonas, a veces comprensivas y otras policíacas. Lo mismo bailábamos un chachachá, una pachanga, o un danzón que un rock, un bolero o una balada romántica.

La música en las fiestas era de la Orquesta Aragón, Luis Bravo, Luis Aguilé, Los Cinco Latinos, Ñico Membiela, La Sonora Matancera y Beny Moré así como de Paul Anka, Neil Sedaka, Los Platters, Nat King Cole y muchos otros. Nos gustaba toda la música, fuera cubana, sudamericana, europea o norteamericana. La música es música y no tiene nacionalidad, solo ritmos particulares que surgieron de algunas culturas y que se han globalizado. Probablemente la música fue la primera manifestación de la globalización.

Pero no estábamos ajenos de lo que sucedía en nuestra patria. Sabíamos que, a nuestro alrededor, el gobierno estaba haciendo cosas muy malas. Se detenían a la gente, se confiscaban propiedades, Se fusilaba a muchas personas incluyendo familiares de algunos de nosotros, y los que asistíamos a escuelas privadas nos encontrábamos que nuestros colegios habían sido cerrados y en muchos casos, los religiosos que habían sido nuestros maestros, estaban presos.

No había que ser inteligente para darse cuenta de que eso no estaba bien. Oíamos las conversaciones de los mayores, veíamos como cada día había menos estaciones de radio libres y nos saturaban los continuos y kilométricos discursos que pronunciaba Fidel Castro, que, aunque cautivaba a algunos, a otros que entendíamos mejor las cosas, entendíamos que decía muchas mentiras que, aunque sonaban bonitas porque era un brillante manipulador, eran mentiras, eran Fake… totalmente Fake.

Los periódicos, ya confiscados por el gobierno, estaban llenos de lo que hoy se hubiera llamado “Fake News”. Donald Trump hubiera tenido decenas de orgasmos enviando tweets criticando las Fake News castristas si en aquel entonces hubieran existido los tweets. Y por cierto, todavía siguen publicando o presentando en sus diarios y en sus estaciones de radio y televisión todo tipo de Fake News.

Y los amigos comenzaron a irse. Fracasó Bahía de Cochinos, y continuó el éxodo. Todos los días me enteraba de que alguien se había ido, hasta que un día mis amigos que quedaban, se enteraron de que yo me había ido y estaba en México.

A pesar de mi corta edad, yo era un opositor al castrismo. Había participado en actos de lanzamiento de piedras contra la embajada rusa, cercana a mi querido Colegio La Salle del Vedado, ayudé a vender bonos, participé en eventos, entre ellos uno en el Colegio de Belén que derivó en una gigantesca manifestación anticastrista, a donde llegó la policía deteniendo a muchos jóvenes. Yo escapé en una guagua de un colegio de niñas, tirado en el piso entre los asientos mientras las niñas me ayudaban a ocultarme cubriéndome con sus piernas, piernas de niñas que no conocía y que jamás llegué a conocer pero que me ocultaron porque sin duda pensaban como yo.

Y mi familia había sufrido la pérdida de un tío segundo mío, detenido el día que yo cumplía 15 años y que tras un juicio exprés, fue fusilado en la Cabaña. Ese fue mi regalo de cumpleaños del castrismo: Dejar huérfanos a cinco primos que mucho quería. Esa fue la primera vez que los asesinatos castristas me tocaron de cerca, en mi propia familia.

El castrismo nos llamaba gusanos, traidores, contrarrevolucionarios, mafiosos, etc. a nosotros y a nuestros padres, y en general así se refería a todos los que se oponían a sus abusos. Pero la verdad es que yo soy lo que soy y no lo que un castrista diga que soy.

¿Gusano? No me importa que me digan gusano porque soy un hombre íntegro que me gané el insulto por oponerme a su sistema y a su ideología.

¿Traidor? Ahí tendríamos que discutir, porque si ellos me llaman traidor a su revolución, yo los llamo traidores a ellos y a su revolución, porque traicionaron al pueblo cubano, no cumplieron con lo que ofrecieron, y en vez de traer democracia, trajeron dictadura, represión, prisión, totalitarismo y muerte. 58 años de opresión, de atraso, de carencias, de luto, de división de familias y de muchas otras cosas malévolas por parte de ellos que son los verdaderos traidores.

¿Contrarrevolucionario? Si por desear libertad, respeto a los derechos humanos, división de poderes, elecciones libres y pluralistas, respeto a la propiedad privada y a la economía de libre mercado y todo eso soy contrarrevolucionario, ¡que viva la contrarrevolución! Aunque filosóficamente pienso que ellos son los contrarrevolucionarios porque hicieron lo contrario a lo que predicaba la revolución.

¿Mafioso? Ese epíteto me da risa. Escogieron esa palabra porque no encontraban otra, pero ni yo ni ninguna de las personas que conozco pertenece a ninguna mafia. Pertenecen a diferentes grupos y movimientos opositores que entienden que una acción militar no es viable y que buscan, cada uno a su manera, una forma de resolver el problema por métodos pacíficos, Eso es el pluralismo. Los castristas si son una Mafia que se ha confabulado para oprimir, reprimir y no permitir la más mínima posibilidad de apertura en Cuba.

Por eso no me considero ni gusano, ni traidor, ni contrarrevolucionario ni mafioso. 

Me considero un cubano que desea lo mejor para su país y que espera que se logre un cambio en el sistema, para lo que necesitamos un fuerte apoyo internacional. Que Cuba vuelva a ser libre y que los cubanos no tengan que buscar afuera, las condiciones y oportunidades que no pueden encontrar en su país. 

Yo salí de Cuba por unos meses y llevo 56 años afuera porque solo regresaré a una Cuba libre.


Y espero regresar a una Cuba libre antes de morirme.
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